Duxo no se encontraba de buen humor mentalmente ni físicamente. Había pasado la noche en el baño.
Al ver sus muñecas, en ese estado, no tuvo más opción; con las vendas que Aquino le había dado, se hizo un nudo más fuerte. Pero aun así, sus muñecas seguían sangrando. Decidió no darle más importancia y fue rápido a planchar su uniforme y hacer su higiene. Tenía un cuarto para las 6, mientras más pronto saliera de su casa, mejor.
El espejo le devolvía una imagen pálida y ojerosa, las sombras bajo sus ojos eran profundas de color rojo, su piel blanquesina, casi como la nieve, elegía esos tonos, y su cabello enmarañado apenas cooperaba, mientras intentaba peinarlo. Se vistió con movimientos torpes, logrando que en el momento de colocarse un pupilente se pinchara levemente el ojo, todavía tambaleante del cansancio y el dolor.
Cada segundo parecía un enemigo.
Aun así, con las fuerzas que Dios sabe de dónde sacaba, Duxo corrió hacia su destino. Aunque le quedaba un poco lejos, nada era excusa para faltar. Sentía cada paso como una batalla, pero la determinación lo impulsaba. Las calles se desdibujaban a su alrededor, y solo tenía en mente llegar a tiempo, sin importar el dolor o el cansancio.
✄-------------En clases-------------
Digamos que tuvo suerte de llegar a su salón y que no hubiera casi nadie.
Fue a su clásico sitio del fondo a la esquina, donde nadie quería sentarse, y para él era incluso mejor. Pasaron las horas, las cuales aprovechó para una pequeña siesta, pero cuando abrió los ojos, todo el salón ya se encontraba lleno.
El profesor pasó para entrar al salón y, por muestra de respeto, todos se levantaron. Pero Duxo, aunque sus ojos se caían del cansancio y la pesadez de su alma, se levantó, para notar la falta de presencia de Aquino. . .
───Malditasea, me estoy muriendo. . . ¿dónde está Aquino? . . . ¿Por qué mierda pienso en él? No es mi problema, pero . . . DIOS, MALDITO SUBCONSCIENTE.
Duxo, por estar peleando consigo mismo, no se percató de que, al parecer, se estaba presentando un alumno nuevo.
───Mi nombre es Locochon, raro lo sé. Espero caerles bien a todos y mi color favorito es el azul ───dijo finalizando con una sonrisa.
La mayoría lo saludó y otros, envidiosos o quizás desconcertados, murmuraban entre ellos. Se fijaban en que aquel muchacho era un híbrido, una especie no común de ver.
Mientras Locochón pasaba buscando un sitio libre, podía escuchar sus susurros: "Es un furro, JAJA", "¿Es loco del colchón o qué?", "¿Es un lobo o un husky?". Para un chico como él, estos comentarios ya eran normales y no le daban importancia. En pocas palabras, le llegaba al comino.
Los ojos de Locochon se enfocaron en una mesa, precisamente en la esquina, donde un muchacho ya estaba sentado con la cabeza echada en el pupitre. Era el lugar que nadie quería, excepto Duxo.
Duxo, sumido en sus pensamientos y con el cuerpo agotado, apenas notó la presencia que se acercaba.
Fue el leve ruido de una mochila al ser depositada sobre el pupitre lo que lo sacó de su letargo. Al levantar la mirada, sus ojos se encontraron con los de Locochon, quien lo miraba con una determinación que no dejaba lugar a dudas: quería sentarse allí.
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˜"*°•.Mi Maldición; Ojos lilas𓂀.•°*"˜
Разное"¿𝘊ó𝘮𝘰 𝘢𝘭𝘨𝘰 𝘵𝘢𝘯 𝘩𝘦𝘳𝘮𝘰𝘴𝘰 𝘦 𝘪𝘯𝘤𝘭𝘶𝘴𝘰 ú𝘯𝘪𝘤𝘰 𝘱𝘶𝘦𝘥𝘦 𝘭𝘭𝘦𝘨𝘢𝘳 𝘢 𝘴𝘦𝘳 𝘵𝘶 𝘮𝘢𝘭𝘥𝘪𝘤𝘪ó𝘯?". . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Edad de los protas: Aquino: 16 Duxo: 15 ...