Prólogo

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Esta historia no comienza directamente ni en Japón ni en la Tierra, sino en un planeta muy distante, este era un gran planeta parecido al de la Tierra pero de color morado, cuya ciudad en específico era de las más grandes del continente, donde el cielo siempre era oscuro y dependiendo de las horas la intensidad de la oscuridad del cielo cambiaba. 


Los grandes pastos a pesar de ser grises no estaban marchitos, al igual que los árboles que habían allí, el agua de los ríos que pasaban por allí eran lo único que no cambiaba, pero eran tan puros que eran cristalinos.


Si de por sí el bioma de ese planeta de nombre todavía desconocido era muy diferente al de la Tierra, también lo era su ciudad más grande y aunque contaba con avances tecnológicos, todo tenía un estilo victoriano gótico donde predominaban los colores negro y morado, la ropa de la gente era del estilo victoriano de tonalidades góticas, los vehículos estilo escarabajo que funcionaban con electricidad, los edificios también eran de ese estilo, al igual que los muros que aunque tecnológicos, por fuera, no lo parecían.


Lo más curioso era el gran castillo del mismo estilo y de color negro en medio de la ciudad, en la punta de este había una gran amatista brillante que brillaba con un brillo no dañino para sus habitantes.


¿Y por qué digo el no dañino para sus habitantes? Porque el rasgo más curioso de ellos eran que parecían seres humanos, pero más pálidos, sus orejas eran casi puntiagudas, además que sobresalían un pequeño colmillo de ellos. Sí, eran como los que en la Tierra se los conoce como VAMPIROS.


El mundo terrestre sin saberlo, había predecido las características de los habitantes de ese planeta morado describiendo esas características en criaturas chupasangre que solo eran nada más que seres inventados por la imaginación, pero eran más reales de lo que ellos pensaban. Lo curioso de ese planeta, es que no existían los humanos, o al menos eso parece a simple vista, pero sí hay especies de otros tipos salvo a ciertos rasgos que diferenciaban de los de la Tierra.


Los vampiros en ese planeta singular han logrado ser capaces de convivir con otras especies, hay buenos y malos como en toda sociedad, pero todos los vampiros allí les era vital una cosa: La sangre. Algunos vampiros eran capaces de hasta volverse locos por el líquido rojo si no se controlaban y sin humanos como la especie dominante de ese planeta, los Vampiros tenían que sacar sangre de otras especies, pero manteniendo un balance para su propia supervivencia.


Al menos eso era lo que pensaba el Rey de Kyuketsu, la ciudad principal de la especie de los Vampiros, quien recientemente había caído enfermo por causas desconocidas, un hombre de mediana edad de traje elegante victoriano, pues tenía 800 años de edad, que en edad terrestre son 50 años. Al parecer la enfermedad estaba debilitándolo, y aunque probaban de todo incluso con probar con sangre curativa, ya no faltaba mucho para que abandonara ese mundo.


En el castillo se sentía un ambiente de tristeza al igual que en Kyuketsu, ya que el rey era muy querido por preocuparse de la preservación de su especie. Y que ya esté cerca de su final, era una sensación terrible para todos, una figura que estaba cubierta con un velo negro y precioso estaba mirando las dos lunas que poseía ese planeta a través de una gran ventana, atrás de ella estaba una mujer con ropas victorianas cuya cara no se le veía por ahora, a lado estaba un joven pariente que parecía ser de la misma edad que la figura.


"Tu destino finalmente ha llegado, él pronto se irá. Sé que aunque eres muy joven, tienes que asumir tu responsabilidad. ¿Lo entiendes verdad?" La figura misteriosa asiente con una profunda tristeza, parece ser que sea lo que tiene que hacer, no le agradaba "En ese caso. Tengo algo más que decirte que puede que llame tu atención"


La figura misteriosa de velo negro se voltea asombrada, aunque por ahora solo podía verse la parte de su barbilla el cual mostraba unos labios delicados y pintados de color morado con un colmillo sobresaliendo de ellos.


Al parecer algo iba a pasar en ese planeta, en específico en esa ciudad, algo que podía cambiar el curso de su historia como lo llevaba siendo hasta ahora. Todo mientras las dos lunas del planeta cubrían con su brillo de platino a la gran ciudad misteriosa.

Nobita, Doraemon y la Reina NocturnaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora