🥀Marchito

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El muro protector era casí traslucido, su magia podía verse en los pequeños destellos que aparecían cuando el sol lo alumbraba y diversos colores se presentaban haciéndolo parecer una fina burbuja; pero su apariencia tan dulce y gentil podía tornarse en espinas las cuales atravesarían un corazón y cada órgano si tuvieran la posibilidad de alcanzar a cualquiera que se atreviera a siquiera tener intenciones impuras contra aquellos a los cuales el muero protege.

Pero ante los ojos tan intensos como un mar de sangre, el muro se abrió, dejando que el deseo de estar con quien se ama cruzara al otro lado, entrando de a poco en los jardines, como un aliado en la densidad de la noche guiado por el brisa hasta la entrada dorada la cual era lo único en separaba al omega de su alfa.

Pasos en la penumbra, siguiendo el camino trazado por la alfombra de terciopelo morada y el lejano aroma de la vainilla y el jazmín...

Ante el dueño de aquellos ojos rojos se encontraba la puerta de el gran salón, la cual abrió y se adentró en el mismo.

Tal y como en ese momento, todo se encontraba en penumbras, como si la oscuridad y la luz tuviera una danza en donde pareciera que se mezclan a la perfección, dejando un ambiente etéreo en el gran salón.

Con calma y a detalle ese par de ojos recorre con su mirada cada zona del lugar, llegando a divisar una figura, sintiendo la suave respiración de alguien más...
Encontrándose con un hermoso e intenso par de ojos dorados.

Inala... y exhala... Sonríe levemente mostrando sus colmillos y dejando salir su aroma a rosas.
Dando paso a su voz aterciopelada y profunda.

- E vuelto a casa... -

No se escucha respuesta alguna, como si no hubiera nadie más allí y solo el dulce e ilucionante delirio de Jungkook le hiciera ver cosas las cuales su corazón desea con intensidad.

- Qué pasa... no vendrás a mi?
No me has extrañando? -
Su tono es firme, dejando ver una sutil orden de aproximación hacia él.

Sigue sin haber respuesta alguna, pero pasos tan suaves como susurros se aproximan a él, parando a tan solo el borde entre la oscuridad y la luz de la luna la cual entra a través de los ventanales de el salón.

Esos ojos dorados, pequeños y tiernos miran a aquellos rojos, casi redondos y profundos en su intenso mirar.

Se percibe una respiración...

- Jungkook... -
dice una dulce y anhelante voz.

- Mi preciosa Luna... -
Jungkook vuelve a sonreír y extiende su mano con gentileza.

Otra mano, más pequeña sale de la penumbra y se entrelaza con la del alfa.

Con cuidado, Jungkook trae esa mano más serca de él, hasta ver emerger de las sombras el hermoso rostro al cual pertenecen esos ojos dorados.

- Jimin... -
Se detiene un momento antes de volver a hablar, observando a detalle los cambio en su amado omega.

Ahora, Jimin lleva un traje de color crema el cual deja su pecho y espalda descubiertos, con mangas de seda blanquecina casi transparente y unas sandalias que con tiras doradas llegan hasta sus rodillas.
En el cuerpo del joven también hay modificaciones...
Desde sus dedos hasta casi sus codos, finos hilos de oro nacen de su piel como enredaderas que se entrelazan y parecen forman guantes.
En su rostro, sobre los pómulos, pequeñas partículas de oro, como si fuesen pecas, lo adornan hasta llegar al contorno de los párpados, enmarcando sus ojos...
Y por último, el detalle más prominente que se presenta...
La "Corona de la Eternidad"
Un par de cuernos dorados, apenas retorcidos, los cuales mantienen una forma redondeada dejando el aire de un halo de ángel sobre la cabeza de Jimin.

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