Capítulo 10

317 34 5
                                        

Poché

Salí de mi habitación cuando el reloj marcaba las siete de la mañana. Observé por los grandes ventanales de la casa como los primeros rayos de sol coloreaban todo el panorama.

Al llegar al comedor vi a Daniela colocar un par de platos sobre la mesa.

–Buen día.– dijo sonriendo al verme.

Esa mujer me desconcertaba. No podía entender como un día parecía odiarme y al otro tener actitudes que me hacían pensar que todavía me amaba.





–¿Qué haremos hoy?– pregunté al terminar de comer el último bocado de mi desayuno.

–No sé si quieres seguir viendo el lugar.– hizo una pausa para tomar un sorbo de su jugo.– La cosecha no comienza hasta dentro de una semana.–

–¿Se hicieron las pruebas de laboratorio?– pregunté al escuchar lo específica que fue con la fecha de la cosecha.

–Por supuesto.– respondió. Me sorprendía todo lo que había hecho desde lejos.– me tomé el atrevimiento de adelantar lo más posible para que disfrutaras el proceso de la fabricación de tu vino.–

–¿Mi tío pagó todo esto, cierto?– su sonrisa mermó.

–Eres la mejor arruinando momentos, María José.– se levantó de la mesa, la había hecho enojar– Y no, cada centavo utilizado en estas tierras era de tus padres. Espero que eso no lo olvides.–

–¿A dónde vas?– le grité cuando la vi dirigirse a la puerta.

–A buscar a Valentina. Llega hoy.–y se sintió el azote de la puerta. Esa manía de hacer todo sin decirme no la perdía.

–Que genio te cargas, Danielita.– dije para mí.

Tenía la intención de recoger y limpiar todo lo que habíamos usado para comer cuando una señora se presentó en la casa diciendo que ella se dedicaría a ayudarnos con eso. Era la esposa del encargado de las caballerizas. Al parecer, le habían comentado a Daniela que necesitaban mucho el trabajo y la castaña sin pensarlo le otorgó uno.

Con una sonrisa me despedí de la señora y me dirigí hacia las caballerizas, Aprovecharía el día para reencontrarme con los lugares a los que solía escaparme cuando era pequeña, y también me dedicaría a explorar todo aquello que era desconocido y nuevo para mí.

-
-

Daniela

El cambio de ciudad nos vino bien a las tres.

Solo el hecho de no tener que soportar a ese hombre cerca de mí representaba un gran alivio. Era casi una tortura tener que fingir que lo amaba y que era feliz siendo su esposa. Pero todo debía seguir así hasta lograr mis objetivos.

El rechazo de Poché constituía el daño colateral con el que más difícil se me hacía lidiar, pero necesario.

Preferiría que en su mente tuviera esa imagen mía de perra sin corazón, preferiría ver sus ojos mirándome con rencor a que lo hicieran con decepción. Preferiría su rabia antes que su tristeza por ver en lo que se había convertido la mujer de la que se enamoró.

El chofer me sacó de mis pensamientos al avisarme que habíamos llegado a nuestro destino. Observé como entregaba algunos datos en una ventanilla y rápidamente le dieron acceso a la zona del aeropuerto donde aterrizaban los vuelos privados. También vi que una ambulancia estaba detrás del auto.

Llegué justo a tiempo para recibir a Vale. Sonreí al verla descender del avión con ayuda de sus enfermeras. Estaba recuperando su peso, y ya no le costaba tanto respirar al caminar como meses antes.

This LoveDonde viven las historias. Descúbrelo ahora