Capítulo 4

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Poché

Tres días después...

Era la segunda vez en el día que recorría casi todo el edificio de la empresa. Mi mente era un caos y yo la forzaba a concentrarse en todo el trabajo que tenía que hacer, pero me costaba bastante.

Entré a mi oficina y suspiré con fastidio al ver todos los papeles que debía leer y firmar. Eran contratos y permisos que tenía que tener listos antes de iniciar los próximos proyectos, pero me aburría demasiado tener que leer tanto.

Prefería estar trabajando con los ingenieros y arquitectos, o cerrando negocios, o pensar en las siguientes inversiones que haría.

-¿Me estabas buscando?- escuché preguntar a Adriana cuando entró. Se veía hermosa.

-Sí.- se quedó en silencio esperando a que le diga lo que quería- Cuando terminemos de trabajar vamos a comer algo juntas. No aceptaré una respuesta negativa.- ella sonrió.

-Te dije que no puedo...- la interrumpí.

-No está en mis planes seguir soportando esta tensión que existe entre nosotras.- me acerqué a ella despacio.- Acepta. Prometo que no te arrepentirás.-

-Eso lo tengo más que claro.- habló bajo. La percibí un poco nerviosa- Pero también tengo claro que tarde o temprano me arrepentiré.- mi mano se apoderó de su mejilla y delicadamente la acerqué a mí.

La besé.

Lento. Con cautela. Me permití disfrutar de sus labios y encontré un poco de paz en ellos. Mi mente se detuvo unos minutos y solo me entregué a la sensación de nuestras bocas tocándose.

-Valdrá la pena.- pausé por unos segundos nuestro beso para decirle eso.

Ella tomó mi nuca y unió nuestros cuerpos de nuevo. Caminamos torpes hasta que quedó apoyada en el escritorio. Mi mano fue atrevida; acarició toda su espalda y después se desvió a su pierna.

Nos separó repentinamente. Estaba agitada.- Aquí no.- me dijo.

-¿Por qué?- susurré.

-Estamos en el trabajo.-

-Yo mando aquí, Adriana.- e intensifiqué el beso. Estaba dispuesta a estar con ella en ese momento, encima de ese escritorio.

Pero no esperaba la interrupción que tuvimos.

De inmediato me separé de la chica y me giré hacia la puerta. Me coloqué de una forma en la que lograba cubrirla mientras se arreglaba el vestido.

Además de mi tío, solo Daniela Calle se creía con la potestad de ingresar sin avisar a mi oficina. Y así era con cada aspecto de mi vida.

-¿Interrumpo algo?- preguntó la castaña con su característico tono de burla. Mi acompañante iba a responder pero fui más rápido que ella al intervenir.

-Sí.- miré de reojo a Adriana, estaba sonrojada y apenada.

-Ok.- dijo Daniela, cerró la puerta a sus espaldas y se apoyó en ella mirándonos fijamente.- Perdón. No fue mi intención.-

Nos observó a ambas de manera intensa. El movimiento de sus pupilas mostraron como su mirada nos recorrió a Adriana y a mí.

Cuando pienso que no puede sorprenderme más, ella se supera con una facilidad increíble.

- Creo que mejor me voy.- dijo la ingeniera. Su rostro se notaba confundido- ¿No vemos en la tarde?- solo asentí y caminó hacia la salida; su mirada se detuvo en Daniela unos segundos.- Hasta luego, señorita.- la aludida solo le ofreció una pequeña sonrisa y dejó la puerta libre para que se fuera.

This LoveDonde viven las historias. Descúbrelo ahora