Capítulo 8

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Calle

El día de la boda había llegado y no sabía como sentirme al respecto.

Se suponía que esto era todo lo que quería y necesitaba para que mis planes salieran bien. Pero la vida al lado de ese hombre me consumiría el alma en cualquier momento.

Llegué a mi casa, sí, la casa que hacía mucho tiempo había comprado para vivir junto a Valentina. Para mantenerla a salvo.

La primera persona que encontré fue el doctor que venía a revisarla cada día para asegurarse que todo con sus pulmones estuviera andando bien. Él me sonrió y ese simple gesto fue suficiente para dejarme tranquila.

-El peligro ya pasó.- me confirmó y fue mi turno de sonreír ampliamente.

Entré a la habitación de la niña. Habían enfermeras cuidándola, pero ya no tenía el maldito respirador conectado a su cuerpo.

-¡Hola!- me saludó enérgica- Te extrañé, Dani.

-Hola, pequeña.- tomé su manita y la besé- También te extrañé. Me moría por venir a verte pero sabes que tengo muchas cosas que resolver.-

-¿La viste de nuevo?- preguntó. Por la expresión de su rostro supe que se refería a su hermana.

-Sí.- se llenó de miedo- Vale, tranquila. Tu hermana jamás querría hacerte daño. Además, me tienes a mí para cuidarte de quien sea y de lo que sea.-

-Pero ella se fue y no le importó que esas personas nos hicieran daño.- se podía notar el rencor en su voz.

-Eso creía. Pero ella es una víctima más de todo esto.- su frente se frunció, tenía dudas- En algún momento lo entenderás. Lo único que debes saber ahora es que yo me estoy encargando de cuidarlas. A las dos.- Valentina asintió-

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El tiempo parecía volar.

Varias personas caminaban a mi alrededor encargándose de mi maquillaje, mi cabello y haciendo que cada detalle fuera perfecto.

Mientras me ayudaban a cerrar mi vestido, cada paso de mi plan comenzó a ser recordado y repasado por mi mente. Sonreí al saber que la mejor parte estaba por venir, justo después de firmar ese papel.

–Ya es momento de salir, señorita.– me avisó una de las asistentes de la organizadora de bodas.

Me miré al espejo. Era imposible negar que me veía hermosa. Luego de un último suspiro decidí salir y la primera persona con la que me crucé fue Poché.

Estaba frente a la puerta, con su espalda recostada a la pared. Llevaba puesto un vestido de color negro, elegante y sexy a la vez. En su mano tenía una copa de vino.

Paseó su vista por mi cuerpo, vi el movimiento de sus pupilas dirigirse de mi rostro a mi torso y luego a mis piernas, para luego hacer el mismo camino de vuelta.

–Te ves perfecta.– me dijo– Todo parece ser perfecto. Felicidades por tu matrimonio, Daniela.–

Luego de eso la vi ir hasta la salida.

Supuse que se había ido porque no vi rastros de ella durante todo el tiempo que duró la ceremonia.

La fiesta fue tranquila y muy aburrida para mi gusto. Las únicas personas con las que realmente disfruté estar eran Brandon y Hugo.

–¿Y Poché?– le pregunté a mi ahora hijastro.

–Le conté lo que mandaste a su noviecita a Europa.– reí y él me miró con desaprobación.

–Sabía que lo harías.– le resté importancia– Con eso le quedará claro que no debe meterse con nadie que no sea yo.–

–Eres una hija de puta, la verdad.– intervino Hugo, quien para este punto ya sabía todo de mí. O al menos todo lo que me convenía que supieran.

This LoveDonde viven las historias. Descúbrelo ahora