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La semana siguiente Jungkook estuvo ocupado con dos exámenes más, y luego finalmente terminaría con la escuela por ese año. Jieun venía casi todas las noches, y no le importaba el hecho de que todo lo que hacían antes de dormir era quizás besarse un poco. Rara vez se acurrucaban, y él estaba de acuerdo con eso.

No sabía si debía sentirse culpable por el hecho de que Jin le hubiera tocado y viceversa, o porque no se sentía culpable en absoluto.

No había visto a Jin desde el día después del baile, y sinceramente, estaba un poco nervioso por su fiesta de cumpleaños. Comenzaría en dos horas, y sabía que Jin vendría, además que cada uno tendría su propia habitación de hotel.

Su madre había encargado su traje a Dolce Gabbana, y él estaba emocionado por llevarlo, porque era el más caro hasta el momento. Era realmente sueve, llevaba zapatos a juego, y una camisa negra muy bonita. Su pelo estaba peinado con un suave flequillo y no podía estar más emocionado.

Toda su familia iba a venir, pero sus padres le prometieron que se irían a las diez para dejarlo con sus amigos.

La fiesta iba a tener lugar primero en el restaurante, donde todos podrían comer y su familia podría asistir también. Luego, cuando los adultos y los niños se fueran a sus habitaciones, llevarían la fiesta a la piscina cubierta, que estaba equipada con un enorme bar y un DJ.

Jungkook estaba realmente contento porque por fin podría beber delante de sus padres y sentirse legal. El pastel se traería a medianoche: tenía seis niveles de colores con diferentes sabores, y había dieciocho pastelillos en el fondo, cada una con una vela para que las soplara.

Llegaron al hotel veinte minutos antes de que llegaran los invitados. Jungkook empezaba a ponerse nervioso, porque no sólo asistirian todos sus compañeros del último año, sino también algunas personas de la escuela de Jin.

Todo parecía perfecto; treinta mesas para diez personas estaban repartidas por el restaurante, había tres mesas largas llenas de bebidas y postres, y los cubiertos eran de plata pura. Así que sí, pudo calmarse un poco.

Jieun y Jimin fueron los primeros en llegar, elegantemente vestidos y con regalos. La sangre de Jungkook empezaba a bombear más rápido, porque si había algo que le encantaba de los cumpleaños, eran los regalos.

Su tío ya le había regalado un nuevo reloj Rolex y sus padrinos le habían regalado el último iPhone. Todos los demás familiares le regalaron sobres llenos de dinero. Aunque no le importaba, estaba ahorrando para un yate de todos modos.

Hoseok le compró un nuevo par de guantes Prada con una camisa negra a juego, y Yoongi le dijo que también había contribuido.

Jin y Tae aparecieron últimos, por supuesto. Taehyung le trajo una funda para su iPhone, y Jin algo de Prada, que Jungkook estaba seguro que había robado.

—¿Has robado esto?—preguntó cuando miró dentro de la bolsa, viendo un jersey gris.

Jin se encogió de hombros y sonrió, mirando a su alrededor. Jungkook aprovechó la ocasión para echarle un vistazo. Llevaba una camisa azul a cuadros remangada hasta los codos, unos vaqueros negros ajustados (era lo único que parecía llevar) y unas converse negras.

—¿Puedes bajarte las mangas para ocultar tus tatuajes?—le preguntó Jungkook mientras colocaba los regalos en la gran mesa donde estaban todos los demás.

—¿Por qué?

—Porque mis padres te echarán seguro.

Jin puso los ojos en blanco y bajo sus mangas, antes de ajustarse el cuello de la camisa y sacar la lengua.

bebé, el cielo está en tus ojos ★ jinkookDonde viven las historias. Descúbrelo ahora