Ley de Murphy (Hiro Hamada x OC)

Capítulo 9: Más allá del laboratorio

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—Por favor —Insistió una vez que la pena de tener que molestar a Karmi en su laboratorio por un pedido tan vergonzoso se había ido—. Nunca te he pedido nada y nunca volveré a hacerlo si lo haces.

—Este favor no vale ningún otro que hayas podido pedirme antes —suspiró molesta por su insistencia tratando de ignorarlo sin éxito—. Si te interesa tanto, tú deberías preguntarle.

—Entiende que no soy la persona favorita de Kei en este momento. El simple hecho de que sea tutor de su novia lo mata de celos —explicó con cuidado volteando los ojos al mencionar la palabra "novia".

—Adivina qué, yo tampoco soy la persona favorita de Kei ahora. Y créeme que el sentimiento es mutuo. Ya tengo suficiente con el que trate de explicarme a mi cosas relacionadas con mi propia carrera para llegar y hacerle preguntas sobre su vida. No quiero ni imaginarlo, no lo callaría nunca.

—Solo es una pregunta casual; como qué hace o los lugares que frecuenta. No es tan complicado.

—Y a todo esto, ¿tú para qué quieres saberlo?

—Eh... Si te dijera que es para asegurarme de que no es un criminal mal viviente que pudiera matarme por un ataque de celos, ¿me creerías?

—¿Tan mal está la situación? —se burló—. ¿Tanto miedo le tienes a Kei?

En parte, sabía que su investigación sobre la chica del hielo era importante, y que Kei se había convertido en pieza fundamental para descubrir su identidad y por lo tanto tenía que empezar a investigarlo también a él. Pero no podía negar que lo que le dijo a Karmi no era del todo una mentira.

—Yo no lo llamaría miedo —declaró como un mentiroso profesional, pues no ha mantenido una identidad secreto por casi tres años a costa de nada—, es solo por seguridad.

Volvió a concentrar su vista en sus muestras cuando en realidad pensaba en su respuesta. Hiro solo la veía expectante, sin quitar su vista de ella ni un segundo, con la esperanza de que dijera que sí. Al notar su mirada, Karmi solo exhaló rendida.

—Bien. Voy a preguntarle, pero será el último favor que te haré en la vida. —anunció severa.

—Si quieres, no tienes que saber de mi después de esto —bromeó incapaz de ocultar su tranquilidad.

—No me hagas considerar eso en serio. Ahora vete antes de que cambie de opinión —Volteó los ojos, ahora sí, con la vista y la mente al cien por ciento en su trabajo.

Después de clases, esperó paciente bajo el potente sol fuera del edificio donde sabía que Kat tenía su última clase. Tenía la confianza de que, en el momento que la viera salir por esa puerta, iban a caminar hacia su próxima sesión de tutoría, pero sus planes se vinieron abajo cuando la vio salir del edificio con Kei.

Llevaba varios minutos esperando a que los tortolitos se separaran el uno al otro del apasionado -puaj- beso que Kei empezó en el momento que tocaron la salida y pudieran despedirse, pero cada vez que ella tomaba la iniciativa de irse, el volvía a tomarla de la cintura y volvía a besarla.

Simplemente asqueroso

Aun le era extraña esa necesidad que tenían de estar pegados así el uno al otro, y menos entendía la necesidad de hacer lo que estaban haciendo tan rodeados de gente sin vergüenza alguna, por ejemplo, él. Solo le quedaba desviar la mirada hacia otro lado como si el fuera el mismo poste en el que estaba recargado. Lo suficiente para no notar que Kei lo veía cada ciertos segundos para asegurarse de que los veía, como un perro orinando un árbol.