HEREDERA DE LEONES

XVII. Justas

Al fin en las gradas, Eliana consiguió divisar a su hermana junto al rey sentados en los asientos que tenían designados. Basicamente era una tarima más alta que las otras, donde solo se podían sentar los gobernantes. Debajo de esta estaba la de los principes y a los lados la nobleza.  Al llegar allí, Ned y la joven se separaron. Él se sentó lo más próximo al rey y ella le agradeció a Sansa por haberle guardado un sitio en primera fila.

La primera justa empezó. Combatían uno de los guardias de su escolta personal y otro noble que no había visto en su vida. Eliana se dedicó a mirar el espectáculo justo antes de poner una mueca tras haber escuchado como derribaban al Braken que estaba a sus servicios.

[Un peso menos que me quito de encima. Ser Cristian Braken era debil. Moriría de una forma u otra] Pensó antes de dirigirse a una deprimida Stark.

-¿Os disgusta, Lady Sansa?- Le preguntó la chica mirándola intensamente, mientras su receptora expresaba su desagrado ante la sangre desperdiciada por la tierra.

-No...solo que Joff hoy no se ha comportado con La gentileza de siempre- Dijo demasiado acobardada como para mirar a su amiga a la cara. La tristeza se reflejaba en aquella voz y en como se llevó la mano al colgante que llevaba puesto, idéntico al que Eliana tenía.

Joffrey por su parte admiraba desde su asiento la corta liza que se había dado como un primer comienzo. No parecía importarle nada más.

Las justas siguieron toda la tarde y el día siguiente seguirían hasta quedar con un solo vencedor. La noche parecía no tener fin. El rey había organizado un festín para sus invitados de honor en el Bosque Real. Una gran hoguera iluminaba el ambiente y las enormes tiendas de campaña de exclamaciones eufóricas, brindis y música trovadoresca sureña.

Sansa se había vuelto a sentar al lado de su amiga para la cena. Hablaban animadamente en las mesas que estaban en el exterior.

-¿Os casareis algún día?- Le preguntó Sansa en un momento dado.- lo digo porque vuestra hermana no para de hablar de eso.

-Por supuesto. Aunque no importa mucho lo que diga mi hermana. ¿Conocéis a los Marbrand de MarcaCeniza?

-¿Esos no son los que levantaron armas contra vuestro padre hace unos años?- Comentó de manera inocente. Elia no podía negar que se había sorprendido por cómo las noticias podían volar tan al Norte.

-Exacto, me casé una vez con el que ahora es el señor de esas ruinas- Respondió a golpe y porrazo aguantando la risa que quería escapar de su boca al ver como Sansa bebía de su copa apurada.

-¡Pero si en ese tiempo tendríais la edad de mi hermana Arya!- Exclamó asombrada.

-Diría que un poco más, pero sí. Esta bien justificada tu sorpresa. Y en cuanto a tu pregunta; no. No lo he consumado ni pienso hacerlo con aquel que solo quiera mis riquezas y no mi corazón. Por lo que sería lo mismo decir que no he pronunciado los votos en la ceremonia nupcial.

-¿Qué hay con lo de vuestra hermana? Es la reina

- A mi hermana la pueden llevar los Otros si hace falta. Sabe muy bien que me ve como su copia hace tiempo y que, aunque no lo demuestre, me aprecia. Pero soy dueña de mi vida y ya lo tengo decidido, elegiré cuando sea el momento preciso.

-Bueno- sonrió- Espero que algún día encuentres a tu amor como yo lo he hecho con Joffrey.

La noche siguió; rieron, hablaron y bailaron con los nobles que se entusiasmaban por invitarlas. Deslumbraban bajo las velas que iluminaban el Bosque Real, pero todo lo bueno siempre llegaba a su fin. Debían regresar a la Fortaleza Roja para restaurar las fuerzas perdidas por el agotamiento de aquel día tan exhausto.