Nuestra "En otra vida". [KyoTan]

CAPÍTULO 4

Ha pasado ya una semana desde que Tanjiro compartió ese momento en el parque con Kyojuro, a quien desde entonces no ha tenido muchas oportunidades para poder verlo sino es de lejos, pues aunque coincidian parecía ser que cada uno tenía amigos y entornos un poco distintos. Sin embargo, compartían a una persona en común. Kyojuro solía hablarle a Tomioka amistosamente ya que compartían todos los cursos juntos y se sentaban al costado el uno del otro muchas veces por casualidad. Y Tanjiro por su parte, consideraba a Giyuu como un hermano mayor.

Aún así, casi todo el tiempo que Tanjiro disponía para si mismo que en realidad era muy poco, el rubio invadía sus pensamientos de manera casi inconsciente. Se formulaban cada vez más y más preguntas, pero recientemente Zenitsu lo había llamado esa misma noche para poder conversar un poco. Así el peli burdeos pensó que podría salir a caminar un poco y despejar su mente.

— ¡Joven Kamado! —escuchó su nombre detrás de él y volteó, reconoció esa voz.

— ¡Rengoku-san!

¿Cómo era posible que se encontraran de nuevo? ¿Por qué invadía sus pensamientos y ahora su tiempo? ¿Era algo malo? ¿O era algo bueno? Toda clase de interrogantes invadieron al joven creando cierta incertidumbre y nerviosismo dentro de él. Pero aún con todo esto, sintió alegría de poder verlo nuevamente y que lo reconociera. Quizá el destino esta a su favor.

— ¿Vas al restaurante de Iguro? —preguntó acercándose al menor.

— ¿Iguro...? —pensaba Tanjiro, pues no conocía a nadie con ese nombre.

— Ah, de Obanai Iguro. —aclaró.

— ¡Ah! —el joven se rió de sí mismo, nervioso por alguna razón— Conque se llama así. ¡Si! Voy a ver a Zenitsu.

— ¡Oh! —el rubio se rió con vista al cielo— Reunión de jóvenes.

Tanjiro pensó que Rengoku actuaba como un señor con mucha diferencia de edad y/o rango, pero solo le llevaría como máximo 2 o 3 años, no sería mucho pero aún así respetaba la jerarquía, ya que igual cursaba un curso mayor que el.

— ¿Usted también se dirige hacia el restaurante? —preguntó para acabar con el silencio incómodo que podría generarse.

— Así es, a Senjuro le gustan sus onigiris —el de ojos ámbar sonrió viendo a Tanjiro fijamente—, le llevaré un par.

— Entiendo. ¡Vayamos juntos! —Tanjiro se emocionó de poder caminar junto a Rengoku por primera vez, y al cabo de unos segundos de seguir su camino, su curiosidad saltó al aire— ¿Quién es Senjuro?

— Es mi hermano menor —Rengoku bajo la vista sonriendo ampliamente—, lo amo como a mi propia vida.

— Oh —Tanjiro percibió aromas muy agradables que le recordaban a su propia familia—, entiendo el sentimiento, yo también amo a mis hermanos.