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—¿Dónde diablo estaban ustedes que no vinieron ayer a la clase? —preguntó Bender, plantando sus manos en las caderas como si estuviera regañando a dos niños traviesos.

Maxwell y Soler se miraron y luego sonrieron con descaro.

—Son detalles —dijo Maxwell, mientras se dejaba caer en una silla, como si el asunto no tuviera mayor importancia.

—Me enteré de que hicieron un grupo y yo no estoy —se quejó Soler, cruzando los brazos con un gesto dramático.

—Ni yo tampoco estoy —añadió Maxwell, también con un toque de indignación.

—Bueno, como no vinieron a clase ayer no tienen derecho a reclamar —Bender exclamó, sacudiendo la cabeza—. Me voy a quejar al director de este complot.

—¡Loco, pero y klk! —dijo Maxwell, levantando una mano en señal de paz—. Solo estábamos haciendo un trabajo con el tío de Soler.

—Sí, mi amor, mi vida de lujos no se mantiene sola —añadió Soler con un tono de broma.

—Ah, claro, y ustedes no pensaron que sería buena idea incluir a sus amigos en el proceso de ganar dinero —Bender cruzó los brazos, arqueando una ceja.

—No soy la virgen María, no puedo hacer todo —dijo Soler, rascándose la cabeza—. La próxima vez, veré qué puedo hacer por ti.

—Pero el punto es, ¿de qué va ese grupo? —preguntó Maxwell, mirandolo  con curiosidad.

—Iremos a comer a la casa de Mara —respondió Bender, con un aire de importancia.

—¿A la casa de la directora? —gritaron Maxwell y Soler al unísono, sorprendidos.

—Sí —dijo Bender con una sonrisa—. Somos demasiados para ir a un restaurante y Mara ofreció su casa. Aún no sabemos el día, la hora ni nada, pero ella nos lo hará saber.

—Me gusta la idea —dijo Soler, con un tono coqueto y una sonrisa burlona.

—No tienes remedio —respondió Bender, rodando los ojos—. Siempre tan dramático.

Maxwell y Soler se miraron, sonriendo de oreja a oreja, mientras Bender seguía sacudiendo la cabeza, resignado a la situación.

—Pero mira quiénes decidieron aparecer por aquí —dijo Williams al llegar, cruzándose de brazos con una sonrisa burlona.

—A mí me encantaría aclarar que Maxwell no es moreno, pero se broncea para parecerlo —se quejó Diaval, apuntando a Maxwell con el dedo—. Eso es ofensivo y debería ser ilegal.

—Lo dices como si me pintara de negro —replicó Maxwell, rodando los ojos.

—¿Dónde está Aslan? —interrumpió Soler, mirando alrededor.

—¿Qué quieres? —dijo Aslan, apareciendo detrás de él con una expresión seria.

—Dile a tu novia —Soler se giró hacia Aslan— que nos incluya en el grupo —señalando a Maxwell y a él mismo.

—La línea de tensión entre ustedes volvió —dijo Maxwell, con una sonrisa socarrona, mientras se acomodaba en su asiento.

—Sí, muchacho, esa mierda va y viene —se quejó Diaval, dejando escapar un suspiro dramático antes de sentarse al lado de Maxwell—. A veces me siento como si estuviera en una novela de drama juvenil.

—A veces es divertido —exclamó Williams, encogiéndose de hombros con una sonrisa traviesa—. Pero otras veces, es como ver una telenovela sin fin.

Jender y Bender intercambiaron miradas, rodando los ojos y negando con la cabeza. Jender se cruzó de brazos y comentó:

—Nunca cambia. Son guiones diferentes, solo que con los mismos actores.

AslanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora