O22. to the moon

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O22 | A LA LUNA

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O22 | A LA LUNA


    Cuando la luna estuvo en su punto menguante, Edward se despidió de su familia. Quiénes no opusieron ningúna queja, él había encontrado su verdadera felicidad en Liam y todos se encontraban más que satisfechos con aquello.

Ese misma noche, la manada Kane junto a Edward, abandonaron Forks.

Algunos Cullen los siguieron, guiados por su ya sabida curiosidad hacia ellos. Otros se quedaron, hasta cumplir un plazo en dónde los humanos empezaban a murmurar sobre su nulo envejecimiento.

Pero esa noche, Edward le prometió a la luna siempre estar junto a Liam.

Hasta que él diera su último respiro.

Y más allá de eso.

Pues ahora que conocía el como los Kane fueron sobrellevando su existencia, la muerte no era más que una vieja amiga a la que nunca le negarían la visita.

—¿En qué piensas, mi Zira?Liam lo miró, rodeando la fogata improvisada que los separaba.

Sus ojos dorados recorrieron a los lobos que descansaban unos metros alejados de ellos, formando una especie de nido que protegía a la pequeña Maia del frío.

Alice y Jasper, que habían tomado la decisión de acompañarlos, se encontraban a kilómetros cazando.

—En como pedirle a tu padre tu mano.

El azabache dejo salir una carcajada.

—No debes preocuparte por eso, la única persona de la que necesitamos aprobación, está velando por nosotros ahora —tomo las manos de Edward entre las suyas, llevandolas hasta sus labios donde dejo varios besos en sus nudillos—. Cuando la luna está en sus primeras fases, significa que ella está entre nosotros, cuidando a sus hijos.

El vampiro sonrió, cerrando los ojos. Deseando sentir esa conexión que Liam compartía con su madre Luna y con todo lo que los rodeaba.

—No te sientas ansioso, nosotros entrenamos y estudiamos toda nuestra vida —continúo el cambiaformas, llevando una de sus manos hasta su mejilla—. Madre Luna entenderá muy bien tus sentimientos. Desde el momento en que me aceptaste, empezaste a formar parte de nosotros, a formar parte de ella.

—No me alcanzará una vida para amarte —confesó el cobrizo, su voz temblorosa delatando su sentir.

—Qué bueno que eres inmortal.

𝗦𝗧𝗔𝗡𝗗 𝗕𝗬 𝗠𝗘, edward cullenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora