O11. aqmar liam

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O11 | AQMAR LIAM

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O11 | AQMAR LIAM

     —Tienes que irte con los niños, yo los detendré lo más que pueda —Liam arrugó el entrecejo al ver a su padre dudar ante lo dicho por su madre—. Soy una Kane y moriré con y por los míos de ser necesario, mi amor.

—Marina —llamo en un susurró, aferrándose al cuerpo de su hija de seis años quien yacía con el rostro escondido en su pecho.

—Vete, Seung —dejo un último beso en los labios del mayor al mismo tiempo en que la imagen de su madre alejándose se esfumaba con el viento.

Sintió sus párpados pesados pero eso no lo detuvo de abrirlos de par en par cuando una mano se encontraba sosteniendo la suya.

Aquel tacto helado e inconfundible le genero un nudo en la garganta que casi lo hacía hiperventilar.

—Liam —sus ojos vidriosos por las lágrimas que empezaban a acumularse miraron al vampiro a su lado.

Se veía reflejado en esos ojos dorados que creyó jamás volver a ver.

—¿Edward? —musito en un hilo de voz.

—Si —asintió, inclinándose más cerca del azabache—, Perdóname, Liam, perdóname —rogo sin soltar su agarre.

Pero el susodicho solo atinó a sonreír, sintiendo a su lobo aullar de felicidad al tener de nuevo junto a él a su Aqmar. Poco le importaba el haber pasado por un martirio ante su separación.

No cuando el causante de sus más puros sentimientos se encontraba ahí, arrodillado junto a su lecho dónde descansaba de sus mortales heridas.

—Estás aquí —acarició con su pulgar el dorso de su mano—. Es todo lo que importa.

Edward alejó todo pensamiento negativo y se dejó llevar por el amor que profesaba por él. Llevando su otra mano al rostro del muchacho, repartiendo unas cuantas caricias, delineando cada una de sus facciones.

Sus largas pestañas que resguardaban esos ojos verdes que amaba, sus labios   ligeramente cuarteados por la ligera deshidratación. Sus mejillas que parecían recobrar el color al sentirlo cerca.

—Liam, yo...

—¡Liam! —una voz femenina lo interrumpió, abalanzandose sobre su chico en cuanto lo visualizo despierto después de un par de días inconsciente—. ¡Gracias, madre Luna!

El cobrizo se vio obligado a alejarse de la escena, envidiando el entusiasmo de aquella chica y tratando de ignorar sus pensamientos que solo iban dirigidos al cambiaformas.

—Que odiosa —escucho decir a su lado. Misuk, que había entrado al mismo tiempo que Jade, se encontraba asqueada ante el comportamiento de la chica—, Es bueno tenerte de vuelta —dijo esta vez en su dirección.

𝗦𝗧𝗔𝗡𝗗 𝗕𝗬 𝗠𝗘, edward cullenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora