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Kaien y Zero se ocuparon de limpiar las heridas que tenía Kaname, más que nada eran arañazos y una que otra mordida en los brazos. Aunque también había un golpe en la cabeza que tenía al castaño con un chichón que no dejaba de punzar.

Cuando logro despertar, vio a Kaien, quien le acarició una de sus mejillas.

- ¿Cómo se siente? Señorito -

- Bien, tío Kaien - le sonríe disimulando la adolorido que se sentía - ...Pero ¿Por qué está aquí? ¿Acaso Papá y Mamá me dejaran volver a casa? -

- Lo siento, señorito, pero no creo que pueda volver -

Kaname sintió como su corazón nuevamente se agrietaba, sus padres jamás lo querrían. En ese momento miró hacia el lado opuesto a donde estaba Kaien y vio al hombre que conociera tiempo atrás en la biblioteca de la casa.

La reacción del joven fue de pánico, se puso aún más pálido y comenzó a temblar.

- Calma, señorito - le dice Kaien intentado sujetarlo, porque Kaname solo quería escapar del peliplateado - El señor Kiryu no le hará daño, tampoco le dirá a los señores que lo ha visto -

Kaname buscó refugio en los brazos del mayordomo y sin más comenzó a llorar.

- Por favor, tranquilicese, le prometo que no le diré a nadie que usted se encuentra aquí. Kaname, confíe en mí - dice Zero acercándose, pero sin atreverse a tocarlo

Kaname lo miró a los ojos sin dejar de abrazar a Kaien. Verlo así, le recordó a un cachorro asustado, un cachorro que había tenido de aguantar demasiado dolor.

- ¿E... en verdad puedo confiar en usted? - pregunta asustado

- Es una promesa - responde el peliplateado -

Zero le sonrió y miró la hora en su reloj de bolsillo, debía volver para no despertar sospechas. Cuando el hombre se ponía de pie, Kaname le tomó tímidamente del pantalón.

- Muchas...muchas gracias, señor -

Zero sintió que su corazón latía con una fuerza inusitada, y acuclillandose frente al castaño, tomó con fuerza las temblorosas manos de Kaname

- No. Gracias a usted, por confiar en mí -

Cuando el Señor Kiryu soltó las manos del joven, estas ya no temblaban, ni estaban frías. Kaien dejó de sentir el temblor en el cuerpo de Kaname y sintió que no se había equivocado, ese hombre que todos tildaban de excéntrico era él único que podía salvar al jovencito que tanto amaba y también el único merecedor del amor del Kaname.

Cuando finalmente volvió con el grupo, ya todos estaban reunidos. Yuuki llevaba ahora un vestido rosa y en cuanto lo vio con manchas de sangre en su atuendo prácticamente corrió a su lado.

- Señor Kiryu ¿Esta usted bien? -

- Sí, señorita. Fue solo un descuido -

- ¡Pero tiene sangre en su ropa! -

- Sí, pero no es algo de gravedad - y pasando por el lado de la joven - Agradezco su hospitalidad - dice dirigiéndose a Haruka - Pero me retiraré por hoy, espero no se moleste, pero tengo asuntos que atender -

- Entiendo y es una lástima, porque pensé que se quedaría a la tertulia de más tarde -

- En otra oportunidad, señor Kuran. Así que si me permiten, me retiro -

Zero no podía seguir sosteniendo la sonrisa y el hombre castaño lo notó, si bien no entendía el motivo no se iba a arriesgar a que el posible pretendiente de su hija se distanciara de ellos.

Al llegar a su casa se encontró con su madre y Aidou tomando té en el jardín, ambos en cuanto lo vieron se asustaron y Hanabusa corrió a su encuentro.

- Señor Kiryu, esta herido - dice asustado

- Tranquilo, pequeño. No es mi sangre - le responde tocando su cabeza

- Hijo ¿Qué ha pasado? -

- Madre, estoy bien, como ya le dije al joven Hanabusa no es mi sangre - y entendiendo la mirada de su madre - Tampoco he matado a nadie. Iré a lavarme y cambiar de ropa -

La mujer tomó las manos de Hana y se lo llevó de regreso a la mesita. Pero el joven no podía dejar de mirar la silueta del hombre que caminaba con pasó firme al interior de la mansión.

- No confundas el agradecimiento con amor - le dice la mujer con el tono de voz más dulce del mundo - Eres un chico adorable, pero - No pudo continuar porque fue interrumpida por Hana

- Sé que no valgo nada, no se preocupe por eso - dice bajando la mirada

- ¡Nunca digas eso! - dice muy molesta tomándolo del mentón - Tú vales mucho, eres un jovencito amable y estoy segura que si estos alfas no fueran todos unos imbéciles estarías lleno de pretendientes -

- Pero las cosas no son así -

- Hana, si mi hijo y tú se enamoraran, yo sería la más feliz, en estas semanas he aprendido a quererte como a un hijo, pero también se que para un jovencito como tú, obsesionarte con el amor puede ser muy doloroso -

- Yo le agradezco a usted, al señor Zero y a su esposo por todo. Lo menos que quiero hacer es causarles problemas -

La mujer lo abrazó, era verdad que sentía cariño por el joven, pero sabía que Zero jamás lo vería como una posibles pareja y no porque fuera un omega varón, sino porque ella presentía que su hijo se estaba enamorado del joven misterioso de la mansión Kuran.

Adentro de la mansión Zero tomaba un baño, estaba sumergido en la gran bañera que había en su cuarto sin poder evitar pensar en aquel jovencito y sus hermosos ojos burdeos, en esas pequeñas manos a comparación de las suyas y en esa expresión que le brindó al final de su encuentro.

- Me estaré volviendo loco - dice para si mismo - Solo pensar en él hace que me duela el corazón, cuanto ha tenido que sufrir en esta vida, quiero rescatarlo, quiero protegerlo, quiero tenerlo entre mis brazos, besarlo y hacerlo mío... -

En ese instante Zero comprendió que por este chico no sentía lo mismo que sintió cuando vio a Hana, Kaname no le despertaba esa ternura casi paternal que sentía por el rubio, Kaname despertaba en él un instinto de alfa, un alfa que deseaba amar y proteger a su omega.

UN PRÍNCIPE MUY AZULDonde viven las historias. Descúbrelo ahora