13

53 8 2
                                    

Kaien Cross llevaba unas hermosas flores en su mano, iba camino al río, se detuvo frente a un gran árbol donde se encontraba una tumba, sin nombre.

- Hola, pequeño - le saludo y acomodó las flores en un pequeño jarrón con agua - Ha pasado algún tiempo desde que vine a verte, espero no te enfades conmigo, pero he tenido mucho trabajo. Ya sabe como es el amo -  y acariciando la piedra que oficiaba de lápida - Desde que partió todo ha sido muy triste, el amo no logra conciliar el sueño y lamentablemente tampoco ha sido capaz de honrar su promesa, pero no pienses mal de él, yo sé que en el fondo él es un buen hombre, son esas mujeres las que lo envenenan -

Cross permaneció un par de horas en el lecho del río junto a ese jovencito tan querido.

Al regresar a la casa ya era de noche. Pasó a ver al señorito Kaname, lo arropó y besó su frente,  luego recorrió los corredores revisando que todo estuviera en orden, finalmente tomó una manta y una taza de té y se dirigió al estudio de su amo.

- Sigues despierto - dice Haruka al verlo

- Sí, amo. Le he traído un té para que concilie el sueño y una manta -

- No creo que un simple té me ayude - y poniéndose de pie - creo que una copa seria mejor -

- Como usted diga - dice Cross

- ¿Me acompañas con una copa? - pregunta Haruka - Algunas vez fuimos grandes amigos, aunque entiendo que no quieras después de todo lo que ha pasado en estos años -

- Sí no le molesta, acepto esa copa. Voy por ella -

- ¡No! - grita Haruka - Toma asiento, yo te serviré a ti -

Kaien no dijo nada, solamente obedeció, a los pocos minutos tenia una copa con el mejor de los vinos en sus manos.

- Brindemos - dice Haruka alzando su copa

- ¿Por qué brindamos? -

- Por... por la vida, la amistad y la traición -

Haruka se bebió todo de un solo trago, pero Kaien no bebió nada. Haruka lo miró con molestia.

- El señorito Rido y yo jamás lo traicionamos - responde a la acusación dejando la copa sobre el escritorio de Haruka - Él único que mintió y traicionó fue usted -

- ¡Como te atreves! - y mandando la copa al carajo - Yo confíe en ti, te brindé mi amistad, no me importó que tu familia fuera tildada de poco apropiada tras perder su fortuna, creí en ti, te abrí las puertas de mi casa para que al final tú...tú y él... - y tomándose la cabeza con ambas manos - Yo lo amaba, estaba dispuesto a dejarlo todo, y al final resultó ser un despreciable traidor, lo llevaba en su asquerosa sangre -

- No debería hablar así del joven Rido. Él nunca lo traicionó, él jamás hizo nada malo para recibir el trato que usted le dio y en sus últimos momentos de vida solo deseó su bien -

- ¡Mentira! - y ya sin poder contener las lágrimas  - Ustedes me traicionaron, te revolcabas con mi omega, preñaste a mi omega. No sabes cuanto te odio - y caminando hasta donde estaba la botella - ¡Fuera de aquí! - Grita imponiéndose como el amo de la casa

- Haruka, tienes que creerme. Entre el joven Rido y yo nunca hubo nada, primero porque él te amaba a ti y segundo porque yo siempre te respeté -

- ¡¡FUERA!! -

Haruka tomó a su mayordomo de la ropa y lo sacó a los empujones del estudio. La cólera se había apoderado del hombre, tal como lo había hecho hacia más de dieciocho años, cuando expulsó de su casa y su vida a Rido.

Esa noche Haruka estaba demasiado melancólico, todo el día lo habían atormentado sus recuerdos, recuerdos de días llenos de felicidad y también llenos de dolor.

Por su parte Juri sabiendo que su esposo estaba en el estudio bebiendo sin control de si mismo, se encontraba con Shizuka, una hermosa y peligrosa mujer.

- No suelo salir de mi casa y menos a estas horas - dice la mujer - Pero siendo usted, no podía negarme, tal como no me negué hace dieciocho años -

- Recuerdo que una buena cantidad de dinero me salió  - responde Juri  - En fin, quiero que hagas un trabajo para mí  -

- Usted dirá. En que le puedo ayudar, señora -

- Quiero que Zero Kiryu se enamore de mi hija -

- Una poción de amor, claro que puedo ayudarle - responde la mujer

- No quiero un simple afrodisíaco. Quiero algo especial -

- Un hechizo, eso no es fácil de hacer, es algo... - y dudando - No sé si podré -

- Lo harás, lo hiciste para mí hace años. Eres una bruja poderosa -

- No soy bruja, soy solo una herbolaria -

- Me da lo mismo lo que seas, pero quiero que mi hija consiga todo lo que quiera -

- Como órdenes, mi señora -

La mujer recibió de Juri una bolsa con una suma importante de dinero y la promesa de recibir mucho más terminado el encargo.

Haruka ya iba por su cuarta botella de licor cuando decidió que era tiempo de acabar con todo, necesitaba desesperadamente olvidar todo su pasado y todos esos sentimientos que tenia en su pecho, esos mismos sentimientos que alguna vez le brindaron felicidad ahora le ahogaban y le hacían infeliz. Revolvió entre los cajones de su imponente escritorio, ese que había heredado de su abuelo, hasta que encontró su pistola, la misma arma con la que alguna vez intentara quitarse la vida.

Con el arma en su mano y en la otra el último sorbo de licor, abandonó su estudio y se dirigió a la habitación donde Kaname ajeno a todo, dormía tranquilamente. 

El hombre lo observó por algunos minutos, Kaname era tan parecido a él que no podía dudar de que era su hijo, pero también era verdad que sus gestos y su forma de ser eran los de Rido. Los de ese maldito omega que había roto su corazón.

Kaname dormido sin siquiera darse cuenta que al girarse, puso su rostro frente al arma, la cual el hombre completamente borracho disparó.

UN PRÍNCIPE MUY AZULDonde viven las historias. Descúbrelo ahora