2. La patología de un alfa.

97 18 7
                                    


Me removí en la cama, gire la vista hacia un lado y no vi a nadie durmiendo junto a mí.

Las cortinas cubrían la mayor parte de la luminosidad que ingresaba por la ventana. Todo estaba en silencio, pero en mi cabeza solo había dolor.

Con temor, alcé la vista y un zumbido inquietante me hizo gritar. Me incorporé forzando mis piernas pero regresé a la cama al segundo siguiente, debido a la falta de equilibrio.

Lo intenté varias veces más pero fui inútil, estaba demasiado mareado para poder dar un solo paso.

Finalmente me acurruqué entre las sabanas y decidí que regresaría a dormir.

- Creí haberte dicho que no bebieras. ¿Lo recuerdas?

- ¿Saran? - grité asustado, buscándolo por el lugar.

- Así es Zee. Soy Saran. - dijo mi amigo en un tono monocorde, ingresando a la habitación. - ¡Te felicito! Deshonraste a todos tus ancestros en una sola noche.

Permanecí en la misma posición, incorporarme para luego caer frente a los ojos de alguien que estaba irritado conmigo por beber, no era inteligente.

- No recuerdo nada, Saran ¿Qué ocurrió?

- ¿No recuerdas? Que conveniente... - soltó mi amigo.

- Saran... - Pedí.

- De acuerdo, Zee. Te diré lo que ocurrió. - dijo exhalando un suspiro profundo- En primer lugar, bebiste más que nunca, peleaste con un mozo del lugar, destruiste parte de mobiliario y te volviste loco. Afortunadamente, los hombres que contrató tu padre consiguieron sacarte de allí, antes de que tu identidad fuera expuesta. Sin embargo, te escapaste y hace un par de horas te localizaron durmiendo en la banca de un parque.

- No recuerdo nada de eso... - le dije con sinceridad.

- Tu padre esta enfadadísimo, quiere desheredarte, despedirte, matarte.

- Ya se calmara.

- Zee... te advertí que esta existencia despreocupada que llevaría al desastre.

Abrí la boca para refutar los dichos de mi amigo, pero de pronto un dolor agudo en el pecho, me atravesó. Mi cuerpo se quedo rígido como si fuese alcanzado por un rayo. Sentía un ardor profundo y profuso en el medio de mi cuerpo, como si me estuviera partiendo en dos.

- ¿Qué ocurre, Zee? - preguntó Saran alarmado.

Me aferré a las sabanas sin poder hacer más, miré a mi fiel e incondicional amigo, abrí la boca para despedirme. Jamás había sentido algo semejante, un dolor como ese solo puede anteceder a la muerte.

Ha sido una vida buena.


***


Desperté confundido y cuando la vista me fue devuelta en su entera expresión, vi la sala de un hospital.

Moví levemente la cabeza, un cable transparente ingresaba por mi brazo y conducía un líquido incoloro.

- ¡Ha despertado!

El primer rostro que vi, fue el de mi madre.

Me sonreía tiernamente y si las vívidas palabras de mi amigo no hubieran sido tan descriptivas y detalladas sobre mi conducta en la fiesta, hubiera creído que todo se trataba de una simple pesadilla.

CORONA DE SANGRE (Parte 2: "Con Alfa")Donde viven las historias. Descúbrelo ahora