7. Mi camino a Roma.

126 19 18
                                    


No podía ser una desquiciada epifanía, esta era la respuesta por la que tanto había suplicado a los dioses. Alguien en alguna parte del universo había escuchado mis plegarias.

No recuerdo como llegué a mi habitación de hotel, bien podría ser caminando, reptando o siendo arrastrado por la policía. No lo recuerdo. No importa.

Lo más racional que pude hacer fue servir un vaso de agua y quedarme viendo el mismo vaso de vidrio por casi tres horas.

El teléfono no dejaba de sonar, pero lo supe mucho tiempo después. Saran me agobió con cientos de llamadas, que nunca respondí.

Durante todo ese tiempo, sentí mi corazón latir con la misma intensidad de las campanas de una iglesia cercana, su ritmo retumbaba contra mi oídos, mis ojos y cada parte de mi cuerpo, haciéndome sentir hueco, vacio, solo.

Descubrí que durante todo ese tiempo había estado en el suelo, cuando me incorporé con cierta dificultad y apoyé mis dos piernas completamente dormidas, casi pierdo el frágil equilibrio que me sostenía.

Caminé de una punta a la otra del salón. Mis pasos eran pesados y erráticos. Me deje caer en uno de los sofás y enterré la cabeza entre mis piernas.

- Tranquilízate, nos dará un ataque cardíaco. – Me recordé, intentando gobernarme.

Tomé aire, respiré empleando una de las tantas técnicas de relajación que había aprendido en el último tiempo y esperé a que mi cerebro se reiniciara.


"Todo comenzó a partir de esa fiesta"


Mi alfa parecía despertar de un largo letargo en el que él mismo se había sumergido después de que ambos aceptamos que nuestra vida estaba completamente arruinada. Su sorpresivo regreso me tomó por sorpresa.

- Lo sé, no puede ser simplemente una casualidad. – coincidí.


"¡Maldita sea, no recuerdo nada, estaba muy ebrio!"


- No lo sé, no bebimos tanto esa noche. Eso es muy extraño.


"¿Cómo vamos a encontrar a esa persona?"


- ¿Me crees? – Pregunté conmovido.

Hasta ese momento no estaba muy seguro de que mi epifanía fuera a ser la respuesta que necesitaba, pero contar con mi alfa, me dio seguridad y enmendó en gran medida mi pisoteada autoestima.


"Claro que te creo, algo ocurrió allí, sé que había alguien. No podemos descartar ninguna hipótesis".


- Tienes razón. No puedo estar equivocado, el omega estaba allí esa noche.


***


Decir que había dormido algo, era una completa falsedad. Di vueltas en la cama durante toda la noche, esforzándome por recordar detalles de aquel día, en la fiesta.

Ya había pasado más de un año, recordar un suceso tan lejano en el que mis funciones neuronales no estaban al cien por ciento, fue inevitablemente imposible.



Mi cuerpo siguió la rutina de todos los días, preparándose para ir a la oficina, mi mente en cambio, seguía intentando enumerar cada uno de los pasos y acontecimientos de esa fatídica noche.

CORONA DE SANGRE (Parte 2: "Con Alfa")Donde viven las historias. Descúbrelo ahora