6. El celo programado.

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Después de mi consulta con el doctor y varias pruebas de sangre, finalmente elegimos una fecha para mi celo programado.

No podía negar que mis expectativas eran más altas que las acciones de la empresa familiar. Después de obtener la fecha, no hacía más que pensar en eso y aunque me esforzaba por relegar esa situación a un segundo plano; la idea, las fantasías y las ansias regresaban y me arrebataban la concentración.

Esa mañana, me acerqué a la señorita Hammel silenciosamente esperando sorprenderla.

- ¿Qué desea Señor Panich? – preguntó de forma cortante.

Titubeé tontamente frente a su escritorio haciendo que la pobre mujer, me rescatará con su pregunta.

- ¿Qué tipo de compañera desea?

Mi alma cayó al suelo al escuchar a la eficiente trabajadora.

- ¿Qué te hace pensar que necesito tu ayuda para eso? – le pregunté intentando defender mi inteligencia.

La señorita Hammel me observó seriamente y dijo:

- Lo lleva escrito en la frente, señor Panich, es muy obvio... por la forma en que se aproximó a mi escritorio cuando siempre me llama o envía un mensaje. Algo lo perturba al punto de sentirse avergonzado. ¿Qué otra cosa podría ser sino es la búsqueda de una compañera?

- De acuerdo, Lois. Tiene razón, como siempre. ¿Puede ayudarme con eso?

- No me llame por mi nombre, soy la señorita Hammel para usted y le recuerdo que mi vínculo laboral con la señorita Yvonne Le Carré ya ha finalizado.

Procesé por algunos segundos lo que acababa de decir, mi asistente.

- Eso lo sé bien, señorita Hammel. Y no pretendía usarla como medio para contactar a la joven Le Carré. Su carrera actoral la mantiene muy ocupada.

- ¿Entonces quiere una pareja o no? – Protestó mi asistente.

- ¿Me ayudará, señorita Hammel?

La talentosa asistente tecleó en su tableta y a los pocos segundos, dijo:

- ¿Qué tipo de compañera desea?

- Elige por mí, Lois. No soy exigente.

- De acuerdo, Señor. Programaré el encuentro.

A partir de ese momento comencé a llamarla por su nombre y ella, ya no se quejó.


***


Lois debió pensar que su jefe era un completo voyerista, y eligió para mí una mujer con exuberantes pechos, una diminuta cintura y un rostro de muñeca.

A pesar de que los doctores habían pronosticado que mi celo se prolongara por todo una semana, realmente no estaban seguros de cómo resultaría, por lo que se anunciaron disponibles para mí, durante todo ese tiempo. Asegurándome que todo saldría bien y que no tendría ninguna dificultad.



Esa mañana ingerí las nuevas píldoras y una hora después estaba agonizando sobre la cama de mi habitación de hotel.

La elección de Lois, tocó la puerta y sonrió al ver a un alfa febril, joven y eufórico detrás de la puerta que la inspeccionaba a detalle.

Sentía arder mi cerebro y la temperatura de mi cuerpo era tan elevada que parecía que mis órganos se estuvieran cocinando.

CORONA DE SANGRE (Parte 2: "Con Alfa")Donde viven las historias. Descúbrelo ahora