4. Frente a mis propios ojos.

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¿Qué es esto? Miro mis manos, alzo mis brazos y veo como poco a poco me desarmo como una pila de cenizas atacada por el viento ¿Dónde estoy? Observo mis pies, lucen heridos, cubiertos de sangre, de hecho detrás de mí, hay un rastro infinito de color carmesí. Una extraña y densa niebla me cubre y en la incertidumbre de lo desconocido veo a alguien frente a mí.

"Aquí estoy, ven por mi" dice una agónica voz. Sin voluntad, estiro mi cuerpo hacia adelante, siguiendo el llamado, pero antes de poder alcanzarlo, me despierto.


***


Comencé una vida rutinaria y aburrida, traté de olvidar y los meses siguientes transcurrieron sin ningún tipo de contratiempos.

Mis padres se mudaron a una casa bastante apartada de la ciudad, buscando una existencia lejos de la contaminación urbana, mientras seguían recordándome que debía encontrar un lugar mejor que el hotel en el que vivía.

Asumí el cargo de Vicepresidente ese mismo año y llevé a cabo mis funciones dejando atrás la vida que tanto había disfrutado.

- ¿Ya almorzaste? – preguntó Saran, ingresando a mi nueva oficina.

- Aún no. ¿Vamos juntos?- Le respondí, mientras acomodaba mi corbata.

- Si.

La asistente de Saran escogió un buen restaurant de comida japonesa. Con una carta de platos exquisita.

- ¿Cómo va la elección de tu casa? – preguntó jugando con los palillos de metal.

- Retrasada, la iniciaré el próximo mes.

- ¿Y la elección de un asistente?

- Me estoy encargando de eso, comenzaré las entrevistas la próxima semana.

- Porque no delegas esa tarea al Área de Recursos Humanos. – Insistió mi amigo.

- Es algo importante para mí, quiero elegir a una persona que no solo sea eficiente.

- ¿Qué más te interesa? ¿Su apariencia? – Bromeó.

- No lo entenderías.

- De acuerdo, suerte con eso.

- Gracias.

- ¿Sabes quién ocupará el puesto que dejaste vacante? – Me preguntó de pronto.

- Creí que tú lo tomarías.

- No, claro que no. Yo estoy muy bien. Gracias, pero no gracias.

- Ya lo sabía... mi padre se encargará de esa elección.- Adiviné. - Sin embargo creo que sería justo que el señor Tignini, tomara ese lugar.

Saran tomó la servilleta y se limpió pulcramente su boca de la que segundos atrás había caído salsa de soya.

- Yo también lo creo, ha permanecido muchos años en la empresa. Es un buen trabajador.

- Espero que mi padre también lo considere de ese modo. – coincidí.

- Según mi asistente, el señor Tignini, pronto se casará. Ha estado comprometido por todo un año.

- Me alegra escucharlo, aunque no lo conozco muy bien. ¿Y tú?

- No, pero estoy dispuesto a cambiar eso. Deberíamos invitarlo a almorzar con nosotros alguna vez. – propuso mi amigo.

CORONA DE SANGRE (Parte 2: "Con Alfa")Donde viven las historias. Descúbrelo ahora