Pov Alex
Si tuviera un dracma por cada pesadilla que tuve como semidiós, sería más rico que Midas. Como los monstruos, los sueños eran algo de lo que no podía escapar. Los mortales comunes y corrientes tienen pesadillas en las que aparecen en la escuela en ropa interior. Los semidioses obtienen eso, además de una ración adicional de muerte, perdición y titanes malvados que conspiran para destruir el mundo.
En lo que respecta a los sueños de semidioses, este comenzó relativamente tranquilo. Me encontré en un acantilado con vistas al mar. Las aguas eran de un verde vidrioso, sin una sola onda a la vista. Podría haber estado parado sobre un espejo esmeralda, extendiéndose hasta el horizonte. Atracado en el puerto había una flota completa de trirremes griegos, todos equipados para la guerra. Cada uno podía llevar al menos cien hombres, caballos y armas incluidos.
En el valle de abajo, se reunió un ejército. Sus gritos y silbidos resonaron por las colinas mientras se peleaban. Estallaron pequeñas peleas entre diferentes grupos, desde insultos hasta pequeñas peleas. Me recordó a un patio de escuela abarrotado y lleno de niños alborotadores con demasiada energía reprimida.
No muy lejos de mí, había dos hombres al borde del acantilado, uno con armadura griega y el otro con túnicas blancas de sacerdote. El guerrero tenía un escudo de bronce atado a su espalda ancha y musculosa y una lanza de tres metros en una mano. Cicatrices de batalla se entrecruzaban cruelmente en sus mejillas. Aunque parecía todavía joven, lucía con un comandante experimentado.
Algo que llamó bastante mi atención mientras lo observaba inspeccionar al ejército en el valle.
-Los hombres están inquietos.- Dijo. -Nuestros barcos llevan semanas retenidos en el puerto. Todo este esfuerzo, todos los favores que pidió Agamenón para recuperar a la esposa de su hermano, y aquí estamos, en Áulide, esperando como tontos.-
-Es poco común que haya silencio.- Coincidió el sacerdote. -Si el viento no sopla, vuestro ataque a Troya nunca tendrá éxito. Esta reunión habrá sido en vano.-
-¿Cuál es entonces tu profecía, Calcante? Eres el Oráculo.-
Calcante alzó la vista hacia el cielo despejado y sin nubes.
-Los dioses retienen el viento. Ésta puede ser la única explicación.-
-¿Estamos entonces malditos?-
-Tal vez. Pero siempre hay una manera de levantar la maldición, apaciguar a los dioses y cambiar nuestro destino. Requiere sacrificio.- Miró hacia atrás. Había un altar de un blanco puro en la cima de la colina. Frente a él había una losa lisa de mármol. Por él corrían rayas oscuras y rojizas. Intenté no pensar en qué los había causado.
-Entonces un animal.- Dijo el guerrero. -Un toro, tal vez, dedicado al señor de los mares. O a mi bisabuelo, el mismísimo señor de los dioses.-
"¿Señor de los Dioses?" Repetí. Solo conocía a uno que era lo suficientemente egocéntrico y arrogante como para que lo llamaran así, y honestamente, no pudo ponerme de peor humor ahora.
-No.- Dijo Calcante con gravedad. -Si deseamos que esta expedición sea un éxito, el sacrificio debe ser mayor.-
En la pausa que siguió, las rayas rojas de la losa de mármol parecieron brillar.
-Te refieres a un mortal, ¿no?-
Calcante arqueó las cejas.
-¿Aprensivo, Aquiles?-
Aquiles... Wow, esa no la vi venir.
Aquiles clavó su lanza en la tierra, donde estaba temblando.
-Soy un guerrero. No es el derramamiento de sangre lo que me opongo, sino el derramamiento innecesario de sangre. El sacrificio de un inocente es aborrecible.-

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-Imprudente.- "El último Héroe del Olimpo." (Saga Percy Jackson x Oc)
AdventureEl frío regresa, marcando el inicio de una cuenta regresiva ineludible. A medida que las temperaturas descienden, la tensión aumenta y la oscuridad se cierne sobre el campamento mestizo. El destino del mundo en juego donde los semidioses se preparan...