2 | Camino a casa

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Canción: Ponta pa' mi; Rauw Alejandro y Myke Towers.

✭˚・゚✧Maia Recalt

—¿Lo vieron a mi hermano?

Arrastro las palabras cuando le pregunto a una de las rondas que se formaron el patio de la casa de Juani si alguien sabe del paradero de Matías. Son más de las cinco de la mañana, y estoy segura que hace más de dos horas que mi hermano se fue. Borracha, y acalorada, me siento en el pasto cuando todos niegan sin prestarme mucha atención. Suelto un suspiro y me paso las manos por mi pelo trenzado, que comienza a ser una molestia que se transforma en un punzante dolor de cabeza.

Alma se fue del cumpleaños con Agustín Lain, y me hizo prometerle que le avisaría cuando yo llegue a casa. Le dije que no se preocupe, que se cuide y no haga boludeces. Me pidió perdón por no volver conmigo a casa como lo había prometido, pero dejó de importarme en cuanto Blas me distrajo bailando. El rizado se encargó de hacerme reír durante toda la noche con chistes muy malos y pasos de baile totalmente extraños. No me preocupó mucho el paradero de Matías hasta que un malestar me golpeó el estómago. Quebré en el baño de Juani hasta que pude recomponerme, pero me desorienté incluso después de haber vaciado mi sistema. El alcohol en sangre no me deja estar atenta a todo lo que pasa alrededor. Tengo los sentidos casi totalmente adormecidos. Mi cabeza va más rápido de lo que va mi cuerpo. Me cuesta mantenerme parada cuando veo el suelo dando vueltas en el techo.

—¿Mai? ¿Estás mejor?

Juani se agacha a mi altura. Levanto la cabeza con dificultad y me apoyo en mi mano —Maso menos... Me estalla la cabeza ¿lo viste a mi hermano?

Chasquea la lengua. Asumo que no sabe qué hacer con la situación. Mira a nuestro alrededor, revisando una vez más el patio casi vacío de gente —Creo que se fue antes que se fuera Alma con Lain ¿te dejó sola? ¿Me estás jodiendo? Te tenías que volver con ella.

Presiono mis sienes con la yema de mis dedos, tratando de suavizar el dolor punzante que no me deja pensar —Juani, no me digas eso ahora. Me siento muy mal.

Angustiado, sostiene mi cabeza por la nuca para que no me vaya para atrás —Si, tenés razón. Tampoco es tu culpa lo que hace Alma. Acostate en mi cama. Te podes quedar a dormir, sabes que no hay drama.

Niego enseguida, sacándole el brazo de mi cuerpo —No, no quiero. Me quiero acostar en mi casa ¿podrías pedirme un Uber? Es que ni si quiera sé dónde tengo el celular...

—¿Vos estás loca? Ni en pedo te dejo ir sola en Uber en este estado —se rehúsa rotundamente, gesticulando con exageración—. Los chicos se fueron casi todos. No entiendo por qué Alma te dejó acá.

Y yo tampoco. No entiendo en qué momento le pareció buena idea dejarme en las manos de Dios en un cumpleaños donde apenas conocemos a los invitados. Matías me dejó quedarme haciéndole jurar que volvería con Alma a casa, tal como lo habíamos hablado en la tarde. Ya me lo imagino sentado en el living de casa, retándome a los gritos por no haberle hecho caso, incluso si la culpa no recae solamente en mi.

Escucho que el cumpleañero habla con alguien a lo lejos, pero las voces solo hacen eco en mi cabeza y no comprendo lo que oigo. Juani se levanta y me extiende ambas manos para que yo pueda hacerlo. Tras dos intentos fallidos, me saco los zapatos para poder ponerme de pie sin tanto problema. Me doy asco por ponerme así de mal sabiendo que soy la única responsable de mi vuelta a casa.

—Ya te conseguí remisero —anuncia con ironía. Una sonrisa radiante se ilumina en su rostro—. Pero no me mates ¿dale? Acordate que dije que sos la Recalt más hermosa.

Fugitivos; Felipe Otaño. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora