AVYANNA
Tiré mi bolso lleno de cuadernos, libros y apuntes al suelo. Ya había pasado casi dos meses desde que me mudé y empecé las clases y me sentía como una planta siendo aplastada por un camión de cemento.
El resto de mis compañeros de clase se la pasaban relajados y bebiendo cantidades considerables de café, mientras yo me acababa toda la jarra de café caliente mientras tecleaba apresuradamente cada tarea que dejaban con semanas de anticipación.
A veces me sentía mal y quería estar riéndome como ellos, pero veía mi lista de libros y me motivaba a hacer todo a tiempo anticipado para estar relajada sin preocupaciones cuando retome mis deberes de lectora.
Ah, y mi vecino a veces venía a distraerme con su gato y hacerme la comida porque perdía la cuenta de la hora que comí por última vez. Asiel llevaba la cuenta de mis horas de comida y los litros de agua que tomaba al día porque le preocupaba que me haga adicta a las tareas.
No puedo ni estirarme un momento en mi cama ni quejarme un poco cuando unos golpes en la puerta me hacen volver a ponerme de pie.
—¡Ya voy, no hace falta tumbar mi puerta!
Lo primero que veo son los ojos negros de un gato y segundos después el gato me despeina.
—Bueno, serías buen masajista —agarro la panza del gato y la presiono con los dedos.
—Oye, más cuidado, harás que mi gato explote.
—Pues dale de comer menos.
—¿Cómo te puedes negar a alimentar a esta cara?
Asiel baja al gato. Me muestra un papel que no logro leer porque lo está agitando mucho.
—¿Qué es eso?
—Un acta de matrimonio.
Suelto una risa nerviosa y le quito el papel, que parece ser una boleta de compras.
Me doy media vuelta y me siento en el mueble. Asiel cierra la puerta y se pasea por mi sala.
La leo con atención y es como un volante pequeño que anuncia un concierto en Nova, un bar muy famosos de Brooklyn, el cual conozco muy bien porque siempre se presenta una banda del hijo de los amigos de mi padre.
Asiel Hewton, en concierto, día viernes a las nueve de la noche en Nova, Brooklyn, Nueva York, Estados Unidos.
Al leerlo abro más los ojos. A la vuelta del volante está su firma.
—¡AAAAA!
Me pongo de pie y salto para abrazarlo.
—¡¿Por eso estabas yendo de un lado a otro todas estas semanas?!
Se ríe y siente, con una sonrisa que le llena todo el rostro de alegría.
—No soy editor, ni diseñador gráfico. Eso es lo único que pude hacer en una aplicación de internet.
—¿Bromeas? Se ve bien.
Tenía una foto suya de fondo.
—Mi celular está reventando de mensajes en internet y mis redes sociales. No puedo con tanto y lo dejé en mi habitación hasta la noche que lo revise y me vaya a dormir.
No lo seguía en redes, así que no me enteré de nada.
—¿A qué hora lo publicaste?
—Hace unos minutos —me sonríe muy de cerca.
Reacciono y me doy cuenta de que sigo abrazándolo. Lo suelto y vuelvo a sentarme en el mueble. Él me imita y le regreso su papel.
—No, es para ti.
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Operación Cupido (Pausada hasta Diciembre)
RomansaAsiel es guitarrista y Avyanna es escritora. Él ya la conoce, pero ella no sabe de su existencia hasta que el ruido de una guitarra eléctrica rompe su amado silencio de su mudanza. A pesar de que la primera impresión que se lleva de él es un chico c...