Capítulo XI

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ADVERTENCIA
Esta historia contiene representaciones oscuras, y a veces violentas, del mundo del crimen organizado, la agresión sexual, y algunos eventos descritos en esta historia pueden ser desencadenantes para algunos lectores.

CERDEÑA, ITALIA. . .

EL DÍA ERA HERMOSO. En ese lugar cada día era hermoso. Había visto muchos lugares bonitos desde que Sasuke la obligó a irse con él, pero Porto Cervo en Cerdeña se convirtió naturalmente en su pueblo favorito. Ahora podía entender por qué Stefanía, su jefa en el restaurante, hablaba de ese pueblo con tanto cariño. Realmente era un pedacito de cielo en esa tierra. La vida era diferente allí; la mentalidad de ritmo más lento y el clima templado lo convertían en un lugar atractivo para
establecerse allí de forma permanente. E irónicamente, la hizo sentir como en casa. Tal como Aurora le dijo que sería.

En especial, amaba acompañar a Stefanía al mercado para comprar los productos necesarios para el restaurante, claro que cuando lo hacía tenía mucho cuidado de cubrir su larga cabellera rosada con una gorra que Nicolás le regaló y usaba ropa que no se veía tan femenina. Y la razón por la que le encantaba ir al mercado era porque podía sentirse como una joven común y corriente, como antes de que su vida se convirtiera en un caos. Disfrutaba de regatear con los vendedores, caminar libremente sin que nadie la estuviera vigilando, observar el mar y sentir la brisa sobre su piel.

Ahora, Sakura se encontraba muy animada tarareando una pegajosa melodía que escuchó en la radio, mientras limpiaba las mesas sucias del local de comida. El pequeño restaurante italiano era espectacular, un ambiente agradable, con una jefa amable y con encantadores clientes que le daban buenas propinas por su trabajo. Que era una de las principales ventajas invisibles de trabajar para Stefanía.

El restaurante estaba abierto desde las siete de la mañana hasta las nueve de la noche, servían una sorprendente cantidad de comidas de primera clase y estaba tan subsidiado que con unas monedas se podía comer un desayuno con el que pasar todo el día. Con frecuencia Stefanía, cuando no estaba atendiendo a algún cliente o cocinando, platicaba con ella de sus recetas y de lo hermoso que era vivir en Cerdeña. Stefanía hacía eso para hacer contacto con sus trabajadores. Charlaba con ellos, escuchaba sus ideas y después volvía a decir algo divertido.

Como de costumbre, el local de comida está abarrotado por la hora punta del almuerzo, eso hacía que el tiempo pasará y la ayudaba a centrarse en otra cosa que no fueran sus problemas. Tomó su bloc de notas y sacó el bolígrafo de su delantal antes de dirigirse

hacia la familia que acaba de sentarse en su sección. Estaba por tomar la orden cuando uno de los recibos se cayó al piso. Sakura se agachó a recogerlo cuando por accidente tocó la mano de otra persona que lo iba a recoger. Al levantar la mirada vio que se trataba de su amigo Nicolás y se sonrojó rápidamente al igual que él y se alejaron el uno del otro con rapidez.

-¡Ah! Lo siento- se disculpó Sakura girando la cabeza hacia el otro lado, fingiendo acomodar las notas en su cuadernillo. Un leve rubor tiñó sus mejillas.

-No te preocupes fue mi culpa, Sakura. Yo me encargaré de esa mesa.- dijo Nicolás nervioso y se fue para atender al cliente.

Sakura avergonzada, aceptó agradecida su ofrecimiento. Ella aún tenía las mejillas sonrosadas. No podía evitar recordar el incidente de ayer cuando el le dio un tierno beso en los labios, pero no porque ese beso hubiera sido algo significativo para ella. Si había sido un gesto bonito de parte de Nicolás, pero ella no se engañaba. Entre ellos no existía ninguna especie de química y siendo sincera consigo misma no se compraba en lo absoluto con los besos de Sasuke que parecían hacer que su cuerpo hormigueará por todas partes y su mente se derritiera como papilla al calor.

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