Después de unos días de descanso, llegó el momento de volver al trabajo. Decidí viajar a Austria junto con Pepe y su madre. Al llegar al aeropuerto, hicimos el check-in y empezamos a pasear por las tiendas mientras esperábamos nuestro vuelo. Estábamos riéndonos y disfrutando del momento cuando, de repente, tropecé con algo y caí al suelo. El impacto me dejó un dolor agudo en las rodillas y sentí mi cara caliente por la vergüenza.
Pepe se dio vuelta al escucharme caer y se acercó rápidamente con una expresión preocupada.-Stella, ¿estás bien?-me preguntó, ofreciéndome su mano para ayudarme a levantarme.
-Cariño, ¿te duele algo? - añadió su madre, ayudándome junto con él.
Me sonrojé tanto que apenas pude mirarles a los ojos, asentí con la cabeza, sin decir nada. Pero entonces escuché la risa de Pepe.
-JAJAJA, perdón, Stella, pero... ¿cómo lograste caerte así? -dijo entre risas, mirándome de arriba a abajo.
Su madre se alejó para no seguir riéndose frente a mí, así que me quedé con Pepe, que aún se estaba burlando. Me crucé de brazos y me senté en mi maleta, lanzándole una mirada fulminante.
-¿De qué te ríes? -le pregunté molesta.
Pepe, aún sonriendo, se acercó y me dio un beso en la cabeza. Luego, antes de que pudiera protestar, tomó su maleta y la mía, comenzando a caminar mientras yo permanecía sentada en mi equipaje, como si estuviera siendo arrastrada. La gente a nuestro alrededor nos observaba con curiosidad.
-Vamos, princesa, no podemos quedarnos aquí todo el día -dijo con una sonrisa burlona.
Suspiré y me dejé llevar. Caminamos hacia la puerta de embarque, y Pepe me hablaba mientras miraba mi teléfono para distraerme de mi vergüenza. Noté que habíamos llegado a la puerta cuando Pepe me habló otra vez.
-Stella, ¿vas a ignorarme todo el camino? -me preguntó, divertido.
Me giré para verlo, aún molesta. Él simplemente se encogió de hombros y continuó empujando las maletas. Una vez que dimos nuestros boletos, subimos al avión. Cuando llegamos a nuestros asientos, coloqué mi maleta en el compartimiento superior, y me senté en la ventana. Pepe se sentó a mi lado tan rápido que no me dio tiempo a cambiar de lugar.Aún sentía un poco de enojo, así que me crucé de brazos y miré por la ventana. Pero mientras el avión despegaba, empecé a sentir el cansancio del viaje, y sin darme cuenta, me quedé dormida. El movimiento del avión y la comodidad del asiento hicieron que lentamente me recostara sobre el hombro de Pepe.
Sentí cómo su brazo rodeaba mi cintura y me acomodaba con delicadeza para que estuviera más cómoda. Me desperté levemente, pero no quise moverme. Su olor era reconfortante, y el calor de su cuerpo era como una manta cálida en medio del frío del avión.
Pepe bajó la cabeza hacia mí y susurró suavemente- Sabía que no estarías enojada por mucho tiempo -sus palabras tenían un tono de ternura que no había notado antes.
Abrí los ojos lentamente y lo miré. Nuestras caras estaban tan cerca que podía ver los detalles de sus ojos oscuros. Él sonrió, y yo solo suspiré, volviendo a cerrar los ojos.
-No te acostumbres -murmuré, aunque mi voz salió suave, sin rastro de enojo.
Me quedé en su hombro un rato más, dejando que la sensación de calma me invadiera. Después de unos minutos, Pepe comenzó a tararear una canción que reconocí; era una de las que solía escuchar mientras trabajabamos en los pits.
-No sabía que te gustaba esa canción -murmuré, medio dormida.
-No me gustaba -confesó Pepe- Pero la escuché tantas veces contigo que ahora no puedo dejar de cantarla.
Solté una risita suave y levanté la cabeza para mirarlo de nuevo.
-¿En serio? Pues tengo muchas otras canciones que puedo compartir contigo -bromeé, apoyándome de nuevo en su pecho.
Pepe se rió y me apretó suavemente contra él.
-Me encantaría escucharlas todas, Stell-
El vuelo continuó, y nos quedamos en silencio. A pesar de que el ruido de los motores y el bullicio del avión eran constantes, para mí todo se sentía tranquilo. Fue como si estuviéramos en nuestra pequeña burbuja, donde solo existíamos los dos.
Después de un rato, el avión comenzó a descender y me desperté completamente. Miré por la ventana y vi las montañas de Austria acercándose. El paisaje era espectacular, con picos nevados y valles verdes. Sentí cómo mi emoción crecía.
-Vamos a tener un buen viaje, lo presiento -dijo Pepe, rompiendo el silencio.Lo miré y sonreí. Por un momento, olvidé todas las razones por las que solía enfadarme con él. Era como si el momento que compartimos en ese vuelo hubiera disuelto cualquier rencor.
-Espero que sí -respondí sinceramente.
Cuando aterrizamos, nos dirigimos a recoger nuestras maletas. El aeropuerto estaba abarrotado de gente, y nos tomó un tiempo pasar por los controles. Mientras esperábamos, Pepe me tomó de la mano sin previo aviso. Me sorprendió, pero no la solté. Lo miré de reojo, y él simplemente sonrió, como si fuera lo más normal del mundo.
-No quiero perderte en medio de tanta gente -dijo, guiñándome un ojo.
Rodé los ojos, pero no pude evitar reírme.Salimos del aeropuerto y tomamos un taxi hacia el hotel donde nos alojaríamos. Mientras conducíamos por las calles de Austria, vi cómo Pepe miraba por la ventana, disfrutando del paisaje. La expresión en su rostro era de pura felicidad, y me di cuenta de cuánto me gustaba verlo así.
-¿Qué piensas hacer primero cuando lleguemos al hotel? -le pregunté, curiosa.
Pepe me miró con una sonrisa traviesa.
-Quiero llevarte a un lugar especial que conocí la última vez que estuve aquí-
-¿Un lugar especial? -levanté una ceja, intrigada.
-Sí, es un pequeño café en el centro de la ciudad. Tienen el mejor strudel de manzana que hayas probado- Mi boca se hizo agua solo de pensarlo.
-Está bien, pero si no es tan bueno como dices, tendrás que invitarme a otra cosa -le advertí a lo que Pepe soltó una carcajada y me miró con esos ojos que parecían leer mi mente.
-Trato hecho, Stell. Pero te aseguro que no te decepcionará-Dijo mientras me abrazaba por los hombros
Nos quedamos conversando durante todo el trayecto, sintiéndonos más cercanos que nunca. Cuando llegamos al hotel, dejamos nuestras cosas en la habitación y salimos a explorar. La ciudad nos recibió con un sol brillante y un cielo despejado, el clima perfecto para empezar nuestra nueva aventura juntos en Austria.

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THAT SHOULD BE ME
FanfictionStella es mejor amiga con Josep, ambos tienen sentimientos por el otro ¿Cómo terminará esto?