WooYoung tiene una gran obsesión por el niño adorable de su salón que posee el nombre de San. Y tiene grandes deseos de ver sus marcas en el pequeño y blanco cuerpo de San, que luce tan delicado e inocente.
San tiene interés en ese chico que lo mir...
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Tenía al menos unos 6 minutos que había llegado a su casa, apenas se estaba retirando el poco maquillaje que llevaba puesto, cuando escucho unos fuertes golpes a su puerta, golpes que le generaron un brinco por el susto, ya era tarde y no eran horas para que alguien golpeara a su puerta, así que con lentitud camino hasta el bate que le había dejado WooYoung para que se cuidara si él no estaba para cuidarlo. Con el bate en mano camino hasta la puerta, la abrió un poco agradeciendo la cadena que impedía más movimiento y cuando asomo su mirada se encontró con WooYoung con una sonrisa coqueta.
— ¿Piensas dejarme aquí afuera, precioso?
— Después del susto que me diste, claro que pienso dejarte afuera para que reflexiones de tus actos.
— ¡Oh! vamos, precioso, ¿traes el bate?
— Si.
— Entonces no tenías nada que temer, déjame entrar —, San cerro la puerta y antes de quitar la cadena de la entrada dejo que pasara un minuto para ahora abrirle bien, — pensé que si me dejarías afuera.
— No me tiente, hyung —, San lo señalo mientras fruncia el ceño y formaba un puchero.
— Te ves precioso con esa expresión.
— ¿Te vas a quedar a dormir?
— Claro, lindo.
— Yo no te invite.
— No hacía falta, se que quieres que este contigo.
— Ve a acostarte, tengo que limpiar bien mi cara.
— Te espero en cama, muñeco.
Dicho aquello WooYoung entro en la habitación de San para acomodarse en aquel lugar, mientras San terminaba de desmaquillarse y lavarse la cara, a decir verdad si comparaba su energía con la de otros días él no estaba tan muerto, o sea que podía perder un poco su tiempo con el mayor antes de dormirse, San tampoco iba a mentir, que WooYoung se quedara a hacerle compañía lo tranquilizaba, el miedo que nacía de su ansiedad se disipaba con la presencia ajena.
Por alguna extraña razón la serenidad era presente con el ajeno.
San termino su rutina y camino hasta el cuarto, con completa lentitud, una vez en su habitación se lanzo a su cama para después ser abrazado por el mayor.
— Hueles bien, muñeco.
— Que bueno, no me he bañado.
— ¿Y así vas a dormir?
— Si —, WooYoung llevo su boca al cuello ajeno, lo que provoco que el menor se paralizara, el mayor paso su lengua por aquel lugar y sonrió hacia el menor, — no tienes mal sabor, precioso.
— Hyung, si se va a portar raro lo voy a mandar al sillón.
— Hazlo, pero si entra algún ser humano raro no te defenderé.