Capítulo IV

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Saint iba en frente de Zee.

Zee no desaprovechó la ocasión para admirar el bonito y redondo trasero de su vecino.

—¡Mierda Santa!.-exclamó en su mente mordiéndose el labio.

Ambos llegaron a la estación de trenes que inusualmente estaba vacía.

Esperaron uno al lado del otro, pero no demasiado cerca, mirándose de vez en cuando.

—_Algo se siente raro_...-. Pensaron los dos..

Para cuando el tren hizo acto de presencia, venía repleto de gente.

—_Inusual_....-pensaron pues aún era temprano para que hubiera tanta gente.

Zee subió primero, Saint estaba entretenido en su teléfono. No fue hasta que el tren comenzó a cerrar sus puertas que se dio cuenta que aún no se subía.

—¡Saint!.-. Gritó Zee  tendiéndole la mano para jalarlo.

—¡Aaaa!.- gritó Saint del susto cuando el pelinegro lo jaló, del golpe de las puertas al cerrarse y de la emoción de que lo llamara por su nombre. —¡Ay! Por poco y me quedo.-susurró dio media vuelta y le sonrió a Zee. —Gracias. -murmuró rojo de pena.

—Solo pon más atención..-dijo Zde,- Saint asintió.

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