Capítulo 4.- Andy

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Diario de Emi McDowell

7 de Junio, 2036. 

Después de la asquerosa batalla contra esos terodactilos, regresamos a casa. Eran ya las 5 y 45 de la mañana, nuestros padres no tardaban en despertarse. Entramos a la casa sin hacer el más mínimo ruido, Roberto se fue a su habitación, y yo me fui a la mía a hacerme el dormido antes de que subieran a cantarme feliz cumpleaños. 

-¡FELIZ CUMPLEAÑOS, CORAZÓN! -me gritaron mis padres al unísono.

Mis papás llenaron mi habitación de globos con Sonic de ''Sonic The Hedgehog'' y Link de ''The Legend of Zelda'' estampados, esos eran mis personajes de videojuegos favoritos, gustos que surgieron en mi infancia, gracias a ''Sega Genesis'' y a ''NES'', consolas que me heredó mi abuelo, James McDowell, un científico loco que tuvo una vida difícil cuyas acciones llevaron a la muerte a mi padre. A el tampoco lo conocí. 

-¡Muchas gracias, papi y mami! -exclamé con euforia.

A pesar de que la confusión y la melancolía me acompañaban como siempre, hoy podía sonreír por la ilusión que me causaba mi cumpleaños.

-Te amamos, corazón... -me dijo mi papá.

Inmediatamente, lo abrazé. 

-Ven, vamos a la cocina para que partas tu pastel, mi amor. -me dijo mi mamá.

Tomé de la mano a mi madre y fuimos hacia la cocina.

-Ya soy un anciano... -afirmé

-¡JAJAJAJA! ¿Anciano, tú? Creo que no nos has visto a nosotros, corazón. -se río mi papá.

-¿Nosotros, kimosabi? El anciano serás tú, Jaime, JAJAJAJAJA. -le dijo mi madre a mi padre.

-¿Qué pasó, familia? -preguntó Roberto que salía de su cuarto haciéndose tonto. 

-Nada importante, solo el muy insignificante cumpleaños de tu hermano... -le respondió sarcásticamente mi madre.

-¿Ah, si? No me digas mami, eso ya lo sabía... -dijo burlonamente Roberto.

-¿Qué sabías? ¿Que hoy es mi cumpleaños? -le pregunté

-¡Nah! Que es muy insignificante... -dijo con sorna

-Muy chistoso... -contesté sarcástico

-No es cierto, carnal, mejor vamos a comer pastel.  -se retractó

Bajamos todos a la cocina, mi madre partió el pastel, comimos y cada quien se fue a hacer lo suyo. Me fui a bañar, me puse el uniforme, me lavé los dientes y me fui a la escuela.

Al entrar a la escuela, me topé con Andy, la chica de la que estoy enamorado y con la que algún día que jamás volverá compartí mis labios. Al verla en la puerta de la escuela, contemplé su hermosa cara y sentí que volaba en un mundo perfecto y cuando miré a sus ojos sentí como mi día se convertía en un bello poema de amor. 

-Hola, Andy... -La saludé tímidamente.

Ella no dijo palabra alguna, solo esbozó esa dulce sonrisa que me siempre me seducía y movió su suave mano para saludarme.

-¿Cómo estás? -le pregunté con ligera inseguridad.

-Bien... -respondió con timidez. 

Después de eso, solo nos miramos sin decir una palabra como siempre hacíamos compartiendo una tensión que por alguna razón nos daba una sensación en el corazón que disfrutábamos. Así pasaba cuando eramos niños y eramos novios, nos tomábamos de la mano, y ella se recargaba en mi hombro mientras mirábamos el atardecer amándonos en silencio. 

Cuando dijo ''bien'' pensé que solo se despediría de mí confundiéndome con su mirada, sin embargo, ella se acercó a mí y me tomó del brazo soltando una ligera risita, luego, se recargó frotando su cabello contra mi hombro, y una hermosa sensación calurosa que no había sentido hace mucho tiempo abrazó mi ser. 

-Te amo...-susurré mientras subíamos las escaleras

-¿Qué? -me preguntó quitando su cabeza de mi hombro

-Nada, Andy... -dije dando un ligero suspiro.

Llegamos al piso de nuestros salones y nos despedimos. 

-Adiós, Andy -me despedí sintiendo una extraña nostalgia que por alguna razón se sentía feliz.

-Adiós... -se despidió sin verme a los ojos. 

Me dí la vuelta. 

-¡Oye! Feliz cumple, mac -me felicitó con una pequeña sonrisa en sus penosa voz. 

-¡Gracias, bro! -le agradecí y ahora sí me voltée.

En ese momento, recordé los días bellos de nuestro amor.


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