Capítulo 12.- El hoyo en el escritorio.

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Diario de Emi McDowell.

7 de Junio, 2036.

Después del recreo fuimos hacia el salón de clases. Cuando estaba por sentarme de nuevo en mi banca llegó Maya corriendo rápido con una sonrisa infantil con la cuál siempre me contagiaba su apasionada alegría.

-¿Qué te dió Andrea, wey? -me preguntó Maya emocionada. 

-Ah, me dió esta carta... -afirmé sacando el arrugado papel de mis bolsillos. 

Cuando presté atención al papel me dí cuenta de que una cuarta parte de los bordes estaba quemada. 

-¿Porqué está como quemada? -me preguntó Maya analizando minuciosamente el papel de la nota. 

-No lo sé... -le respondí también un poco sorprendido. 

-¡VE QUE DICE! -chilló Maya dando saltitos y aplaudiendo. 

Abrí cuidadosamente la carta y ví que había un mensaje en grande hecho cuidadosamente con plumones que decía: ''Te amo, Batsy'' con corazones alrededor dibujados con color rosa, luego voltée el papel y ví que decía: ''Ya pasó el tiempo... Estoy lista, corazón''. 

-¡Wiiii! -volvió a chillar Maya todavía más agudo. -¡Awwww, qué bonitos son ustedes! -exclamó aplaudiendo. 

Sonreí con ganas de llorar de la felicidad. Me quedé callado, ya que no tenía palabras para expresar lo que sentí en aquel momento. 

-¡Wey, en la salida bésala! -me sugirió Maya mientras saltaba de un lado a otro hiperactivamente.

Empecé a llorar con una sonrisa de ilusión en mi rostro. 

-Na' más no la vayas a cagar... -me aconsejó Maya. -Si la cagas te voy a meter tremendo putazo, ¿eh? -me advirtió.

-Ok... -asentí incapaz de contener mis lágrimas de alegría. 

Me solté a llorar mientras reía al mismo tiempo. 

-Wey, ¿Qué te pasó? -me preguntó Lunita preocupado pensando que a lo mejor me había vuelto loco.

-¡Bro, al final logré conquistarla! -exclamé dándole la carta. 

Lunita leyó la carta mientras una sonrisa igual a la mía crecía en su rostro. 

-¡Wey, no sabes lo orgulloso que estoy de ti! -me abrazó con alegría. -¡Al fin vas a dejar de ser un vírgen! -bromeó.

-¡Pinche pendejo! -le dí un sape riéndome. 

Hiroshi nos miraba raro a los tres.

-¡Imagínate estar de simp por Andrea! -se burló Hiroshi.

-¡Tu cállate, puto chino, tu eres novio de la más zorra de la escuela, la cuál por cierto te puso el cuerno 3 veces! -le gritó Lunita. 

Yo me quedé callado ya que Ludmila, la novia de Hiroshi, me había gustado en segundo y sufrí mucho cuando me rechazó, cosa de la que no me siento nada orgulloso.

-Imbécil... -susurró Hiroshi mientras se volteaba. 

-¡Mejor la próxima vez abre los ojos a ver si ahora si te das cuenta si Ludmila te vuelve a engañar, chino de mierda! -lo insultó Lunita. 

Maya y yo nos reímos en silencio. 

-Felicidades, hermano, ¡Lo lograste! -me volvió a felicitar Lunita dándome palmaditas en la espalda. 

-Gracias, hermano... -suspiré agradecido.

-De nada, sabes que siempre te voy a apoyar, carnal... -me aseguró dándome una palmadita en el hombro. 

En ese momento, entró el profesor de FOCE, el cuál hace unos días adquirió un aspecto extraño. Su cara era pálida como la nieve con una extraña marca roja debajo de la boca de la cuál le sobresalían los dos dientes de enfrente que eran muy filosos como los colmillos de un vampiro. Sus pupilas eran negras como la noche y tenía unas marcadas ojeras que destacaban en su pálido rostro, además de que también se había vuelto más alto y más flaco y sus arrugadas manos que se asemejaban a las de un anciano tenían uñas largas y mugrientas. Eso nos pareció extraño a todos ya que el profesor había dejado de venir a la escuela por una semana y cuando regresó traía ese aspecto lúgubre y extraño consigo. Nadie se explicaba porque. Todos al verlo en el marco de la puerta se fueron a sentar por el terror que imponía 

-Abran su libro en la página 67... -nos ordenó el profesor con una voz ronca y profunda. 

El profesor acostó su cabeza en el escritorio y se durmió. Después de unos minutos comenzó a emitir unos sonidos extraños. Eran ruidos guturales, y algo asqueroso era que cada que terminaba de hacerlos escupía una saliva negra. Voltée a ver los demás para comprobar que no me estaba volviendo loco y así fue, Lunita y Maya también veían al profesor con la misma expresión de asco, todos los demás estaban durmiendo o haciendo cualquier cosa menos los ejercicios del libro pero no volteaban a ver la grotezca escena que nosotros contemplabamos horrorizados. La campana sonó al poco rato y el profesor se despertó a una velocidad sobrehumana. 

-Nos vemos... -se despidió. 

Cuando el profesor dejó el salón fui hacia su escritorio y sorprendido noté que en el mismo punto donde escupía su saliva negra había un hoyo con los bordes quemados.

-Hermano, ¿Viste lo que yo ví? -me preguntó Lunita traumado que estaba atrás de mí

-Sí, hermano, y si eso te pareció poco ven a ver esto... -le sugerí. 

Cuando Lunita se puso a lado de mí le señalé el hoyo que aún ardía. 

-Carajo... -susurró. -¿Porqué están pasando estas cosas últimamente? -se cuestionó frotando su mano contra su cara. 

-Es lo mismo que yo quisiera saber... -le respondí.

Estaba seguro de que todo estaba conectado con la nave espacial...

La Nave del CaosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora