La Nave del Caos

Capítulo 20.- Dominación

Diario de Emi McDowell. 

7 de Junio, 2036

Nos quedamos parados mientras un ejército de cambiaformas se movía salpicando las paredes de la cloaca con el agua sucia. 

-Chicos, no se separen, ¿Oyeron? -nos dijo Strauss.

Todos lo ignoramos por completo mientras retrocedíamos aún sosteniendo nuestros encendedores. El ejército de cambiaformas dió la vuelta y se toparon con nosotros. 

-No hay a donde correr, niños... -nos dijo el que iba al frente de ellos. 

El cambiaformas ''líder'' era muy diferente a ellos, toda su piel estaba compuesta por tentáculos rojos que lo cubrían por completo y era el doble de alto que los soldados que lo acompañaban. 

-Vayan tras ellos...-les ordenó a los demás seres que parecían no tener la capacidad de hablar. 

Los demás cambiaformas lo obedecieron sin cuestionar y fueron tras nosotros. Cuando pasó eso todos ignoramos el consejo de Strauss y nos fuimos corriendo mientras gritábamos descontroladamente. 

Corrí más o menos por 10 minutos abriéndome paso entre la oscuridad con la luz de mi encendedor perdiéndome entre el agua sucia y el pestilente olor, hasta que llegué a una puerta metálica que proyectaba una luz verde la cúal estaba entreabierta. Yo la abrí y vi que esta llevaba a un corredor donde había cápsulas de hibernación que estaban vacías, sin embargo, al llegar al final del pasillo ví a los lados y en la cápsula izquierda estaba Landon dormido y en la cápsula derecha había alguien a quien ya no se le podía considerar un ser humano ya que estaba por terminar su transformación en un cambiaformas, me dí cuenta de eso porque el o ella ya había perdido el cabello, sus ojos ahora eran negros con pupilas rojas y en vez de dientes comenzaba a tener colmillos. Me sentí horriblemente mal por esa persona y por todas las personas que habían sido transformadas en esas bestias, no me imaginaba el sufrimiento que pasaban en esas cápsulas siendo desprendidos de su humanidad para luego ser atormentados por un hambriento vacío que no pueden llenar de ninguna forma. En ese momento, pensé que los seres humanos de alguna manera también somos como ellos, seres vacíos que cambiamos de forma para pasarnos la vida complaciendo a personas a las que ni siquiera les importamos.

Enfrente de mí había una mesa de control con demasiados botones y pequeñas palancas y arriba de esta había una pantalla bastante grande que decía: ''Plan de Dominación Mundial'' y abajo un cronómetro que decía: ''168 horas''. 

-Veo que descubriste mi plan, Emi... -me dijo una voz familiar que estaba detrás de mí 

Cuando me voltée me sorprendí, pues era el Doctor Pelayo el cúal tenía tentáculos rojos con aberturas que poseían dientes monstruosos, el era el líder de los cambiaformas, el mismo que persiguió a Lunita...

-¡DOCTOR PELAYO! -exclamé sorprendido. 

-Dr. Toxic para ti... ese hombre murió hace 16 años... Ahora soy más poderoso de lo que algún día fui... -sonri con malicia. 

-¿Qué es lo que quieres hacer? -le pregunté molesto. -¡Mi hermano te conoce, te dió su confianza! ¿Y estás haciendo esto? -le grité.

-¿Hablas de Roberto? Por más que lo admires es muy estúpido como para darse cuenta de cualquier cosa-se rió. 

-¡¿Qué carajos tienes planeado hacer, monstruo?! -le pregunté gritando.

-Te lo diré... -se acomodó los lentes. -Todos los monstruos que has visto hasta ahora provienen de un planeta llamado ''efer'', yo hace mucho tiempo construí varios portales interdimensionales que comunicaban a ese planeta para poder hacerme con el poder de los alienígenas que lo habitaban, pero, el padre de tu amiga Maya se encargó de cerrar los portales y de instalar una jodida barrera que absorbe la energía de estos para evitar que sean abiertos y luego tu maldita novia cerró el único portal que quedaba, el primero que yo construí cuando era un pasante en esa vieja organización llamada AEIM. Después de que ese maldito hiciera eso yo morí de un infarto, pero no contaban con que yo había construido un androide idéntico a mí al que por medio de una máquina mental transferí todos mis pensamientos y todos mis recuerdos, es por eso que sigo vivo y ahora que estoy de vuelta construí una máquina gigante que en este momento está debajo de nosotros y puede destruir la barrera que ese idiota construyó alrededor de nosotros, eso me va a ayudar a, por fin, romper esto... -Y sacó una cruz de plata con una pequeña luz roja. -Esta cruz contiene la fuente de energía interdimensional más grande de todas y cuando la instale en esa máquina se van a abrir un millón de portales por el mundo entero...¡JAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJA! -se rió descontroladamente. 

En ese momento no me pude controlar... sentí impotencia y rabia lo que me hizo ir directo a darle una golpiza en la cara, pero uno de los tentáculos que tenía en la espalda me tomó y me amarró del cuello. 

-¡JAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJA! ahora estarás muerto al igual que tu patética vida sin sentido... -se rió de mí mientras los colmillos que tenían sus tentáculos empezaron a morderme el cuello sin piedad.

-¡Aaaaaahhhhh! -grité del dolor. 

Pero, en ese momento fui salvado por Andrea y Maya que aparecieron de repente para salvarme.

-¡TOMA ESTO, HIJO DE PUTA! -gritó Andrea que le incineró la cabeza. 

Toda su piel artificial fue derretida revelando su robótica cabeza que también fue incinerada por Andrea. El Doctor Pelayo cayó al suelo y los tentáculos que provenían de un recipiente que estaba pegado a su espalda quedaron completamente inmóviles.

-¿Estás bien, mi amor? -me preguntó Andrea que me abrazó con un dejo de preocupación.

-Sí... -suspiré. 

Andrea y yo nos volteamos y vimos a Maya que acariciaba el vidrio de la cápsula donde Landon estaba dormido.

-¡Te liberaré lo juro, mi niño! -gritó Maya golpeando el cristal de la cápsula. -Y a ti papá donde quiera que estés te juro que el hombre que te hizo tanto daño ahora está muerto. -lloró Maya

Maya volteó hacia la mesa y guiada por su intuición apretó un botón que abrió la cápsula de Landon quién abrió los ojos débilmente mientras tosía sangre.

Maya sacó a Landon de la cápsula abrazándolo y luego se agachó con el en sus brazos.

-Landon, dime algo, mi amor... -lloró Maya. 

-Aquí estoy, bebé... Te amo... -le respondió Landon débilmente.

Luego, se besaron apasionadamente.