Capítulo 2.- Roberto

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Diario de Emi McDowell.

7 de Junio, 2036.

Este ha sido el cumpleaños más aterrador que he vivido. 

Todo comenzó hoy en la mañana. Me levanté muerto por dentro, sintiendo nostalgia mientras miraba al techo hundiéndome en mis propios pensamientos. Esa mañana había cumplido 16 años. Un sentimiento de alegría iluminaba mi corazón, pero también la nostalgia lo teñía. Ese día iban a venir mis mejores amigos: Alexander, José Eduardo, Strauss, Daniela y Paula, y eso me daba felicidad, pero también sentía tristeza, ya que pensaba en todo lo que había perdido durante mi vida. Muchas personas se habían alejado de mí y me habían traicionado a lo largo de mi corta vida. Me invadían ese tipo de pensamientos, pero inmediatamente los vencí con los pensamientos felices de ese día. 

Eran las 4:30 AM, mis papás todavía no se levantaban para felicitarme con pastel como lo hacían cada año en mi cumpleaños, yo tenía mis audífonos puestos y me encontraba escuchando una canción melancólica pero que a la vez me hacía querer liberarme de mis acosadores pensamientos cuando ya no tenía fuerzas. Se trataba de ''Space Age Love Song'' de A Flock Of Seagulls. Estaba tranquilo cuando algo me sacó de mis pensamientos.

-AAAAGGGHHRRRR!!!! -se escuchó un grito gutural provenir del garage. 

Sentí miedo de levantarme de la cama y me acurruqué muy fuerte en mi cama, pero en ese momento, mis impulsos de curiosidad pudieron más que mis miedos, así que con mucho cuidado bajé las escaleras, pero conforme más iba bajando más escuchaba esos ruidos guturales, acto seguido, abrí la puerta que daba al garage, prendí la luz, y me horrorizé al ver una criatura peluda con sangre y restos humanos en todo su cuerpo. En su cabeza había dos cuernos largos que apuntaban hacia abajo, en lugar de cara tenía un hoyo negro con hileras gigantes de filosos colmillos a su alrededor y en lugar de manos tenía dos tentáculos azules. Inmediatamente, quise entrar a la casa, pero la criatura con uno de sus tentáculos me cerró la puerta e impidió que escapara, lo que me hizo pensar que la criatura tenía algo de inteligencia. Empecé a correr por el garage, e intenté llegar a la puerta de la calle para salir corriendo, pero el monstruo logró rodearme e impedirme el paso, para luego, tomarme con su tentáculo y abrir sus fauces para comerme, pero, a último momento, alguien abrió la puerta de la casa y de un balazo mató al monstruo. Ese ''alguien'' era mi hermano Roberto. 

-Fin del juego, bastardo... -suspiró después de disparar. 

El Monstruo y yo caímos al suelo. Roberto corrió hacia mí y me ayudó a pararme.

-¿Estás bien, bro? -me preguntó.

-Sí... -respondí asombrado por lo que acababa de ver.

Roberto notó la sorpresa en mis ojos y me contó algo que me dejó más boquieabierto.

-Tu papá y yo vimos cosas peores en nuestra infancia que ese monstruo, hermano, por eso tengo algo de práctica. -me contó orgulloso.

Roberto no era mi verdadero hermano, y Jaime y Magdalena no eran mis verdaderos padres. Mi padre se llamaba Ozzy, Ozzy McDowell, y el junto a Roberto pilotando robots gigantes salvaron al mundo del poder de un dios que quería extinguir a la humanidad, sé que suena muy fumado, por eso cuando les cuento esto a otras personas piensan que me volví loco. Los únicos que lo creen son los que lo vivieron y esas personas son mi hermano Roberto y sus amigos que también lucharon en los robots. Mencionaría a mi padre Ozzy y a mi madre Cynthia, pero ellos murieron. Después de que mi mamá muriera, los papás de Roberto, el mejor amigo de mi padre, me adoptaron. 

-Ven, hermano, te quiero mostrar algo... -me dijo Roberto.

-¿Seguro que podemos, salir, hermano? Digo son las 5 de la mañana y nuestros papás se pueden emputar si nos ven salir.

-Sí, hombre, no te apures, además en ese lugar hay un tipo muy listo al que le va a interesar estudiar esta cosa. -dijo mi hermano confiado.

-Bueno... -suspiré igual de confiado que Roberto.

Roberto metió al monstruo en una bolsa de basura, y ambos salimos de la casa.

Caminamos por las silenciosas calles que aún no se llenaban de gente por la hora que era. Los únicos raros que estábamos afuera eramos Roberto y yo. Ambos veníamos de una familia de raros.


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