Capítulo 1: Principio cotidiano III

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Después de las dos horas y media más tediosas que podría tener cualquier estudiante, por fin terminaron la jornada escolar.

—¡Ah, por fin! ¡Libertad!— Dijo la joven pelinegra con alivio estirándose— Pensé que me iba a quedar dormida.

—Es cierto que dar tantas clases por la tarde es agotador.

—¿Quieres ir a hacer algo para relajarnos?

—Lamentablemente, tengo que ir a la biblioteca a continuar mi investigación. ¿Podrías acompañarme?

—¿De nuevo? Esta vez no, tengo cosas qué hacer.

—Entonces supongo que nos separamos aquí— Afirmó Ashika ligeramente entristecida— Nos vemos mañana.

—Adiós. Suerte con tu investigación— Animó Kate tomando el camino a su casa— Claro, cuídate.

—Tú también.

Después de ver a su mejor amiga perderse en la multitud citadina, nuestra pelirroja se dirigió hacia la biblioteca. A estas horas no había tantos estudiantes como en la mañana, pero seguían siendo muchos los que estudiaban aquí. Con paso tímido, se dirigió hacia la sección de historia. Dejó su bolso en un puesto vacío de la mesa que estaba entre los estantes repletos de tomos sobre el tema y empezó a buscar los libros que necesitaba. Tras una media hora de exhaustiva búsqueda por toda la sección, había logrado encontrar una cantidad considerable de volúmenes que trataban las artes místicas y su historia.

Las grandes torres de libros armaban un imponente castillo literario en su sitio de la mesa, eran lo suficientemente altas para ocultarla si ella se sentaba. Creo que ya tengo todo, pensó, ahora toca trabajar de verdad. Estirándose para lo que iba a ser una ardua y larga labor, procedió a abrir el primer tomo de toda la torre, el libro que había dejado a medias antes: «Antología Sobre Las Artes Místicas». Incluso si no hablaba sobre la tecnomancia, igualmente tenía que recopilar la mayor cantidad de información posible sobre las demás artes místicas.

Todas sus investigaciones eran así, primero comenzaría leyendo todo el material que fuese posible de la biblioteca para luego ir a realizar trabajo de campo y comprobar la veracidad de la información mediante fuentes confiables, más que estudiante, parecía periodista o detective y por eso le agradaba el trabajo de campo. Pero su trabajo en la biblioteca también era placentero, pues amaba la historia y la cultura.

Cada vez que se adentraba más y más en las páginas de los volúmenes para su investigación, Ashika sentía como se iba hundiendo en las páginas de los libros, flotando entre sus letras, nadando entre ellas. Eventualmente, el inmenso océano de conocimiento delante suya se convirtió en su realidad, se sintió dentro de los hechos que leía, casi llegó a perder la noción de sí misma. Cuando estaba en ese estado, el tiempo a su alrededor importaba poco. Antes no había podido hacer esto porque el lapso que tenía en la biblioteca era limitado.

Casi sin sentírselo, había despejado la mitad de la primera torre de libros. Había tomado las notas pertinentes, marcado las páginas importantes y citado algunas palabras importantes en su cuaderno, al tiempo que leía, para volver a encontrar esta información a la hora de confeccionar el trabajo. Toda esa actividad drenó su energía casi por completo. Afuera ya no se veía la luz del sol, sólo perduraba la tenue iluminación de la luna. ¡Qué tarde es ya!, pensó, ¿Me pregunto cuánto tiempo estuve aquí?
Aunque la biblioteca tenía una muy buena iluminación, era uno de los pocos edificios alumbrados con lámparas de aceite, para que se pudiera leer incluso de noche. A nuestra pelirroja no le preocupaba tanto la hora, pues ella solía ir junto a las patrullas nocturnas de la ciudad para llegar a salvo a su casa. Pero eso no reducía para nada el riesgo a cero, ninguno de ellos tendría oportunidad contra un tecnomante u otro artista místico que decidiera atacarlos y eso la asustaba. Por lo que ahora mismo estaba en la entrada, temblando nerviosamente a la espera de su escolta.

Technomancy #PGP2024Donde viven las historias. Descúbrelo ahora