𝟏𝟔 | Citas

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Fay se encontraba con la barbilla recargada sobre una de las mesas del restaurante. El día estaba siendo bastante flojo, aún no tenía su primer entrego del día ni mucho menos había clientes en el lugar.

—Creo que cerraremos temprano el día de hoy —le dijo Nibun sentándose a un costado de ella—. Este día de la semana casi no tenemos clientes. Está bien si te tomas el día.

—¿De verdad? —preguntó Fay despegando su cara de la mesa—. Pero es que no podría permitirme perder el pago de hoy... la colegiatura de mi hermana viene pronto y...—

—Tranquila, sé que no es tu trabajo pero podrías limpiar el lugar antes de irte. Te pagaré como siempre —le dijo su jefe y la tailandesa pudo suspirar con alivio—. Ya que Ploy me pidió permiso para faltar, tú puedes hacer su trabajo de hoy, mientras que yo aprovecharé para resolver unos cuantos pendientes.

—Entendido jefe.

—Toma las llaves, cierra bien cuando te vayas y mañana llega puntual para abrir —avisó Nibun entregándole un juego de llaves a Fay—. Nos vemos mañana Riezz.

—Nos vemos jefe Nibun —Fay agitó su mano a modo de despedida viendo como el mayor se marchaba.

Cuando se encontró totalmente sola suspiró mirando a su alrededor. Ató su cabello en una coleta y fue en busca de los utensilios de limpieza. Si terminaba pronto seguramente le daría tiempo ir a ayudar un rato a la señora Sunita en su local. Se sentía mal por no haber podido ir ayer, pero Lia no dejó de insistirle para llevarla a la fiesta.

Fay se encargó de limpiar cada una de las mesas, también barrió y trapeó el lugar hasta dejarlo completamente reluciente de limpio. Se sintió feliz por haber terminado en un tiempo récord de casi 45 minutos. Eso era algo genial, se había ganado la paga de su día en mucho menos tiempo.

Cuando se quitó los guantes de látex de las manos, pudo escuchar sonar la campanilla de la puerta de entrada avisándole que un cliente estaba ahí.

—Riezz —mencionó el hombre dando una última calada a su cigarrillo para luego tirar la colilla sobre el suelo—. Parece que tendrás que volver a limpiar aquí.

—¿Qué demonios quieres John? —Fay apretó sus puños con coraje procediendo a levantar la colilla del suelo—. Solo vete de aquí.

—Esa no es la manera en la que debes tratar a tus clientes, ¿en dónde se encuentra tu jefe? Le daré una queja sobre ti.

—No está, no hay servicio, ahora vete —le contestó de mala manera.

—Entonces estás... ¿sola? —preguntó Johnny sonriendo de manera traviesa—. La suerte está a nuestro favor, tenemos el restaurante para nosotros solos. Nos divertiremos un rato. Me lo debes después de lo de la última vez.

—Yo no te debo nada... —Fay se sintió nerviosa al ver a John acercarse de manera peligrosa—. ¿Por qué me haces esto a mí? Yo nunca te he hecho nada, por favor deja de molestarme, simplemente desaparece de mi vida.

—Porque me gustas, porque quiero tenerte para mí —le dijo sosteniéndola de la cintura—. Necesitas a un hombre que te haga sentir.

La campanilla del lugar volvió a sonar otra vez.

—Billy... —murmuró Fay encontrando salvación en la llegada del chico. Sin mucho tacto rompió contacto con John pero sin contar con que éste la detendría de nuevo—. Suéltame.

—Eres mía Riezz.

—Dijo que la sueltes —expresó Billy con enfado—. No vuelvas a tocarla nunca más.

—¿Quién eres tú para meterte en lo que no te importa? —cuestionó Johnny riendo sarcásticamente—. Largo de aquí, no interrumpas.

Billy apretó fuertemente su mandíbula antes de colocar a la tailandesa justo detrás de él. John lo miró expectante y quizás con muchas ganas de soltarle un golpe.

She loves control「 Freenbecky 」Donde viven las historias. Descúbrelo ahora