No sé qué hacer si no te tengo.
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—Apaga la luz —siento el calor en mi mejilla—. Apaga la jodida luz que debo dormir, esta belleza no es de a gratis.
—Despierta —escucho una voz muy vieja.
Y me importa muy poco. Muevo algo el cuerpo y siento el dolor en mis huesos.
—Joder —gruño y el dolor se traslada a mi cuerpo.
Me estremezco con la adrenalina que sube a mi cuerpo y mis ojos se adaptan a lo que observan: una cabaña y una señora muy, muy, muy vieja mirándome con fastidio.
—Uy, amanecimos bravas —intento sonreír, pero sé que me salió una mueca de dolor.
—Te ves como un maldito desastre —comienza a moverse por toda la habitación y solo puedo seguirla con los ojos, ya que la maldita cabeza me es incapaz de mover—. Tienes el cuerpo lleno de moretones, sangre sigue saliendo de tu cabeza y tienes la osadía de hacer chistes como si fuéramos amigas.
—Casi no tengo amigas —hago un puchero—. Deberías ser mi amiga.
—No —dice apretando los dientes—, no soy amiga de brujas, disculpa.
Sé que mis ojos se abrieron hasta el punto de salirse de sus órbitas, ya que ella suelta una carcajada que me deja estática.
—No... —recuerdo la ley—, no soy ninguna bruja.
Comienzo a negar. Vine aquí por Aqueron, no a que me matara un rey asesino. Ella solo niega con la cabeza y comienza a limpiar mi cara. El líquido que está en un pequeño algodón llega hasta mis poros y el dolor es como si me estuvieran clavando miles de agujas al tiempo.
—Joder —comienzo a quejarme—, ¿qué es eso?
—Estás en un mundo lleno de fantasía y cosas mágicas —me dice mientras el algodón pasa por las heridas—. Y esto que está aquí es algo muy importante, mágico y lleno de poder.
Abro los ojos nuevamente y miro el algodón que tiene en la mano y veo mi sangre en él. Mágico, pero si la magia está prohibida...
—¿Qué es? —pregunto maravillada.
—Es algo secreto —dice con suavidad mientras vuelve a acercar el algodón a mis heridas—. Es alcohol.
Y después de decir eso, el dolor se traslada a mi pecho, y una carcajada sale de mi boca.
—Tienes un humor muy extraño, mujer —comienzo a reír hasta que ella me mira extrañada.
—Solo vine a ayudarte porque así me lo pidieron —toma una postura seria y eso me hace quedarme quieta—. Pero te lo digo una sola vez, sé que viniste por algún motivo, pero las brujas aquí están prohibidas. No me interesa lo que quieras hacer o lo que pienses hacer, solo te pido que no te acerques a los centinelas del rey, o mejor dicho, al rey.
—¿Por qué? —pregunto. Sé que tienen a Aqueron, pero no sé quién es.
—El rey... —dice como si fuera algo prohibido—, el rey odia a las brujas. Su esposa fue capturada por una de ellas y la convirtió en una de ellas. Lleva años capturada y cada bruja que observa, las mata, ya que su esposa aún no vuelve.
—¿Pero por qué la capturaron? —pregunto, intentando comprender.
—Porque ella era una debilidad para él —dice mientras comienza a guardar todo—. Y eso fue lo que pasó, el rey amaba a la reina, pero desde que ella fue secuestrada él casi no se deja ver. No sale del castillo, nadie lo ve, nadie lo observa. Desde que su reina se fue, él es más despiadado, más...
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Prisión Escarlata
FantasíaPerseguida por sombras y atormentada por sueños premonitorios, lucha por sobrevivir en un Londres donde la realidad se mezcla con la fantasía. Un hilo rojo la conecta a una entidad misteriosa que parece conocer todos sus movimientos. Atrapada en una...