Capítulo 29

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En sus sueños, Harry corría.

Un recuerdo…

La nieve crujía bajo sus gastadas botas, los carroñeros corrían tras él a través del bosque vacío y muerto. Los hechizos no lo alcanzaban; los gritos lo llamaban con alaridos de alegría, con su legendario nombre en sus labios manchados. Harry Potter. Lo llamaban, preguntando por Hermione, por la "sangre sucia" que estaba con él.

Sus burlas se convirtieron en una depravación infernal.

Una furia justificada se apoderó de sus venas. Harry se detuvo de golpe y se dio la vuelta, empuñando ahora su varita. Se convirtió en un arma letal; su varita lanzó hechizo tras hechizo, feroz y brutal a medida que alcanzaban sus objetivos finales. El enemigo no era rival. Los tres Carroñeros cayeron a sus pies; el carmesí tiñó el blanco más puro.

Uno de los ladrones gimió; sus compañeros permanecieron inmóviles.

Harry les dio la espalda; el crujido de la aparición fue el heraldo de un réquiem gélido e implacable.

Regresó a su tienda, ileso y con los suministros que necesitaba desesperadamente en la mano, pero Harry guardó silencio cuando lo recibieron sus inmaculados e intachables amigos. Su sonrisa no llegó a sus ojos. Su alma lloró.

Frío, mucho frío.

Harry aceptó la carga del relicario, aliviando su peso de los hombros de Ron; la magia oscura familiar lo asfixiaba y lo enroscaba en un falso abrazo amoroso. Pero esta vez, en lugar de rabia y furia... había alegría .

"Hay sangre en tus manos, pequeño héroe. ¡Qué bajo has caído!"

Con crueles carcajadas que resonaron débilmente en sus recuerdos, Harry se despertó de golpe.

Se dobló en la cama, agarrando la tela sobre su corazón acelerado. Harry se encorvó aún más, acurrucándose en una bola pequeña y apretada, con las piernas pegadas al cuerpo. El sudor le humedecía la frente y su respiración era superficial. Harry cerró los ojos con fuerza, pero no pudo limpiar la sangre que quedaba en la nieve ni borrar la culpa que le había destrozado el corazón.

Harry se puso una mano sobre los ojos.

Nunca les había contado a Ron y Hermione sobre ese día. Siempre les había contado todo, pero por primera vez en toda su amistad, Harry no podía contárselo. Sus emociones ya estaban desgastadas por la influencia del relicario. No quería una pelea por la moralidad de... matar a tres enemigos que los habrían llevado ante Voldemort sin remordimientos. Tampoco quería que Ron y Hermione lo miraran de manera diferente.

Siempre se había profetizado que el héroe destinado tendría la sangre del Señor Oscuro en sus manos.

Una carga que Harry llevó solo.

No podía quitarse de la cabeza los recuerdos. El frío de aquel crudo invierno todavía le carcomía la piel. El sueño se apoderó de sus sentidos; la tienda lo rodeaba, al igual que Ron y Hermione. Harry cayó de espaldas en la cama, con los ojos cerrados y las lágrimas resbalando por sus sienes. ¿Mañana habría suficiente comida para los tres?

Voy a añadir comida extra a las raciones de Ron y Hermione... Ron está perdiendo demasiado peso y Hermione se está debilitando. No están acostumbrados...

Un sonido en la noche sacó a Harry de su mente, poniéndolo en alerta máxima. Agarró su varita, tenso y esperando, y se levantó de un salto en la cama. Sonaba como... ¿murmullos? No era Hermione; la voz es demasiado profunda... Ron, entonces. Pesadillas de nuevo; mejor despertarlo. Harry empujó las cálidas y lujosas sábanas desconocidas y descorrió las cortinas de su cama. ¿ Cuándo tenemos cortinas? Miró a su alrededor en la oscuridad iluminada por la luna. Espera un minuto...

Terrible, But Great (traducción)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora