FUTURO
Corría lo más rápido que podía, notando que la planta de los pies le ardían, pero no podia darse el lujo de parar para recuperarse. Porque el tiempo se acababa.
Se agarró la falda larga de su vestido y sintió su corazón dando tumbos y pidiendo auxilio. También gritaba su nombre. No, los que pedían auxilio y una máquina de respiración artificial con urgencia eran sus pulmones. Eso o un guardavidas con brazos de acero y sonrisa de infarto haciéndole el boca a boca; quizá asi se olvidaría de la locura que estaba a punto de cometer. Un infarto es lo que estaba a punto de darle. Pulmones traidores... Unos pocos meses sin salir a correr con él para que ahora se la jueguen asi. ¡Hasta ellos lo echaban de menos!
Se coló por un agujero que encontró en los laterales que bordeaban la finca. El culo apenas le entraba, pero consiguió hacerse paso a base de empujones y de un par de rasguños en la cara y en los brazos.
Recorrió el último trecho jadeando, y cuando dobló la esquina, la vio. Imponente, con una gran escalinata de piedra que, en vez de dejarla sin aliento por lo bonita que era como fondo de una foto de boda para el recuerdo, lo hizo porque solo podía pensar en si sería capaz de subirla sin desmayarse. O sin que la pillaran antes los de seguridad.
Pensó en él y cogió velocidad, movida por el impulso de que tenía que hacerlo. Pensó en sus ojos, en su sonrisa, en su voz, en que por su felicidad ella sería capaz de pasarse la vida corriendo maratones.
Lo que estaba a punto de hacer era una locura de las grandes. De las que arreglan o arruinan la vida de una persona. Posiblemente la de ella.
Veintinueve escalones después, llegó a la puerta y la abrió.
La iglesia era solemne, de techos altos. Una infinidad de bancos llenaban los costados, repletos de gente elegantemente vestida para la ocasión. Y, al fondo de todo, de espaldas al cura y mirándose embelesados, ellos. Ella, de blanco. Él, de negro. Lo normal, pues era una maldita boda.
—Si alguien tiene algo que decir, que lo diga ahora...
Si aquello fuese el final feliz de una pelicula romántica, en aquel instante, la voz del cura se vería amortiguada por la de ella rompiendo el silencio, destrozando esa atmósfera de amor que todos estaban respirando, acompañada de un gritito agudo para darle más énfasis al momento...
Pero no era una pelicula romántica. Y mucho menos una con un final feliz. Al menos, no para ella.
Tomó aire antes de abrir la boca, dándose ánimos al pensar que ya no tenía nada que perder, salvo lo poco que le quedaba de dignidad.
Pero antes de que las dramáticas palabras «Yo me opongo» salieran de sus labios, logrando asi arruinar una boda, acabar en la portada de una revista sensacionalista y ser arrastrada en volandas por los de seguridad directo a un neuropsiquiátrico... oyó unos pasos que se acercaban a sus espaldas, y de pronto una mano le cubrió la boca, la otra la cintura y su voz sonó en su oído. Su preciosa, sexy y rasposa voz.
Cerca, muy cerca, con su aliento ronzándole el lóbulo de la oreja.
Se estremeció de pies a cabeza.
Cerró los ojos, pensando: «Esto es por tí, solo por tí. ¿Ves lo que venía dispuesta a hacer?». Pero no se lo dijo, porque él ya lo sabía.
—¿Qué se supone que estás haciendo, Victoria?
Sí, aquella loca y aparentemente inestable chica, era Victoria. Y acababa de entrar a una iglesia para detener una boda, como en las comedias románticas, en las que todo salía bien al final y ese momento épico resultaba hasta tierno.
Pero no era su caso.
Nunca lo era.
Victoria llevaba toda la mala suerte del mundo colgando en sus hombros.
No obstante, no nos adelantemos a los acontecimientos, porque su mano seguía rozándola y su aliento golpeaba su nuca provocando terremotos en su piel.
«¿Y si me he equivocado? ¿Y si me dice que me vaya y que deje por una vez de hacer el ridículo? ¿Y si...?»
Esperen. Creo que deberiamos echar marcha atrás en el tiempo, rebobinando y empezando por el principio. El inicio de todo. ¿Y cuál es el inicio de esta historia se preguntarán ustedes? Pues la noche en que Victoria cumplió veintisiete años, y frente a una tarta de zanahoria, pidió un deseo y su suerte comenzó a cambiar.
No para bien, supongo. Pero si para que su vida se convirtiera en otra cosa. Ustedes juzgarán después si mejor o peor.
Comencemos.
Toda historia empieza conociendo a la protagonista.
Victoria Lefèvre. Nacida el 16 de diciembre de hace veintisiete años una noche lluviosa en París. Sagitario. Hija de constructor y madre estilista que maneja una peluqueria. Adicta a todo lo que tenga azúcar y grasas, y a analizar el horóscopo, y fanática de los test de las revistas que predicen tu futuro sentimental. Comparte piso con un gato, aunque no lo hace por voluntad propia, y trabaja en una productora televisiva como la asistenta personal de Jacqueline Bachelet, haciendo de todo menos lo realmente interesante de un trabajo como ese. Como organizar la agenda de su jefa, recoger sus trajes de la tintoreria y pedirle cita con el dentista, hasta hacerle las compras del mes o cualquier cosa que ella le mande.
Tiene una mejor amiga, Margot, que vive en Sidney y que no ve hace cinco años. Y está soltera, aunque no entera, por mucho que lo quiera su padre. Lava la ropa los martes, va al cine los jueves y los fines de semana ve la televisión y fantasea que vive otras vidas en las que no es ella y no está tentada cada dos por tres a chupar pegamento en su sofá para no morir de aburrimiento.
Supongo que estás pensando: «¿Y ésta tiene algo interesante que contarme?»
Pues, aunque no te lo creas, sí.
Y es que, asi como la ves, un día se convirtió en la reina del baile. Luego perdió su reinado, pero años después volvió a sentarse en el trono junto a una estrella de cine por unos minutos... para luego volver a caer.
Y esa es la vida de Victoria, una caída tras otra, a las que ya está acostumbrada, porque un día la suerte la abandonó y comenzó a reirse de ella.
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Better Than Revenge || Timothée Chalamet
FanfictionVictoria y Timothée se odian. Victoria y Timothée no se pueden ni ver. Pero cada vez que se cruzan, sus encuentros son tan explosivos y trascendentales como el maldito Big Bang, en el mejor y peor de los sentidos. Para Timothée, Victoria es una espe...