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Hicieron el trayecto de vuelta en un silencio de los que dolían.

El chofer, Clive, los recogió después de que Timothée hiciera una rápida llamada, y no le dirigió ni una mirada en todo el camino, detalle que Victoria agradeció.

No obstante, una vez en su piso, cuando ella se dispuso a subir la escalera, Timothée la apresó con su mano rodeándole la cintura y la hizo girar para mirarla a la cara. Ella no se lo esperaba, asi que se estremeció de pies a cabeza, ahogando un jadeo. Pese a todo, pudo haberse apartado, pero no lo hizo.

—¿Podemos hablar? — le preguntó él.

—¿De qué?

—De lo que pasó, Victoria.

—No pasó nada.

Su risa nerviosa le provocó una contracción entre las piernas y su estómago se tensó bajo su mano. Tuvo que cerrar los ojos y sujetarse a la barandilla para no suplicarle que la llevara hasta su cuarto.

—No sé que estás pensando en este momento, Victoria, pero sea lo que sea, no puedes borrarlo.

Se le aflojaron las piernas. Queria rogarle que, por favor, pusiera él espacio entre ambos porque ella ya no podía más.

—Timothée...

Entonces él lo dijo. Le susurró cerca, muy cerca, lo que su cabeza y su cuerpo no dejaban de gritarle, lo quisiera creer o no.

—Deja de engañarte, Victoria. Tú y yo ya hemos tenido sexo. Esta noche, en ese pasillo oscuro, aunque haya sido solo en nuestra imaginación.

Victoria gimió. Él respondió a su gemido con un beso en la mejilla tan leve como un suspiro. Luego la soltó, y ella huyó hasta su dormitorio sin mirar atrás, aún sintiendo el eco de sus palabras al mismo ritmo que los latidos ansiosos de su entrepierna.

 Luego la soltó, y ella huyó hasta su dormitorio sin mirar atrás, aún sintiendo el eco de sus palabras al mismo ritmo que los latidos ansiosos de su entrepierna

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El portazo que dio resonó en toda la casa. Le importaba una mierda. De hecho, queria que él supiera lo enfadada que estaba por arruinar el final de una noche perfecta.

A pesar de ello, en cuanto se quitó la ropa y se metió en la ducha, lo supo. Cerró los ojos, apoyó la frente en los azulejos y tuvo que aceptar que Timothée no tenía la culpa de nada. Y, en caso de que la tuviera, ella era igual de culpable.

Mientras metía las manos entre sus piernas y presionaba ese punto hinchado que reclamaba atenciones, recordó el modo en que Timothée la miró esa noche, con ese deseo que les costaba ocultar. Sus pensamientos fueron directo a ese pasillo oscuro en el pub, cuando él le preguntó si quería bailar y ella no había dejado de gritarle sí con su cuerpo y con todas sus ganas.

Revivió, mientras su dedo se perdía en su interior, la sensación del aliento de Timothée rozando su cuello, y tuvo que detenerse para no llegar a un orgasmo rápido e intenso que no quería dedicarle. Y, lo que era peor, no quería así, porque si era Timothée el que iba a provocárselo, necesitaba como el respirar que él estuviera presente.

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⏰ Última actualización: 6 days ago ⏰

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Better Than Revenge || Timothée ChalametDonde viven las historias. Descúbrelo ahora