Viaje en el tiempo (Taang)

Capítulo 25

Toph se despertó con un dolor de cabeza punzante y la sensación de algo frío y rígido en sus muñecas y tobillos. Estaba atada a una silla de metal en una habitación oscura y desconocida. Sus sentidos estaban agudizados, y aunque no podía ver, sentía las vibraciones del suelo y del metal a su alrededor.

"¿Dónde estoy?" murmuró, tratando de mantener la calma.

"Finalmente despierta," dijo una voz desconocida, fría y autoritaria. "Tus padres están muy preocupados por ti, Toph."

Toph frunció el ceño, reconociendo el tono condescendiente. "¿Mis padres? ¿Qué tienen que ver ellos con esto?"

Un hombre alto y robusto se acercó, y Toph pudo sentir sus pasos pesados resonando en el suelo de metal. "Tus padres contrataron nuestros servicios para traerte de vuelta a casa. Creen que es peligroso que estés vagando por ahí con el Avatar."

"¡No necesito su protección!" replicó Toph con un gruñido. "Puedo cuidarme sola."

"Eso no es lo que piensan tus padres," respondió el hombre. "Para ellos, eres una niña perdida y desobediente. Y han pagado bien para asegurarse de que vuelvas a donde perteneces."

Toph sintió una ola de ira. Sus padres siempre la habían subestimado, tratándola como una frágil muñeca de porcelana. Pero no era débil. Era la mejor maestra tierra que existía, y no permitiría que nadie la detuviera.

Luchó contra las ataduras, sintiendo el metal contra su piel. "¡No voy a volver con ellos! ¡Nadie puede obligarme!"

El hombre soltó una risa burlona. "Buena suerte con eso. Estas cadenas son indestructibles para alguien como tú."

Toph cerró los ojos, concentrándose en las vibraciones del metal. Sentía cada pequeño detalle, cada imperfección. Sabía que el metal era solo una forma más densa de tierra. Había oído historias sobre la habilidad de controlar el metal, pero nunca había tenido la oportunidad de intentarlo.

"Vamos, Toph," se dijo a sí misma en silencio. "Tú puedes hacer esto."

Se concentró más profundamente, visualizando el metal como una extensión de la tierra. Respiró hondo y empezó a mover sus manos lentamente, sintiendo el metal responder a su toque. Era difícil, como tratar de moldear piedra sólida, pero Toph no se rindió.

"¿Qué estás haciendo?" preguntó el hombre, notando la tensión en el aire.

Toph no respondió. En cambio, siguió concentrándose, canalizando toda su energía y determinación en el metal. Poco a poco, sintió cómo las cadenas comenzaban a ceder, los enlaces aflojándose. El sudor corría por su frente, pero no se detuvo.

Finalmente, con un esfuerzo final, las cadenas se rompieron, cayendo al suelo con un estruendo. Toph se levantó, sus manos aún temblando por el esfuerzo, pero con una expresión de triunfo en su rostro.

"¿Cómo...?" comenzó el hombre, su voz llena de incredulidad.

"¿Crees que puedes detenerme con un poco de metal?" dijo Toph, su tono desafiante. "Soy Toph Beifong, la mejor maestra tierra del mundo. Y ahora, también soy una maestra metal."

Antes de que el hombre pudiera reaccionar, Toph extendió sus manos, manipulando el metal a su alrededor. Las paredes de la habitación se doblaron y deformaron bajo su control, creando una salida.

Toph salió de la habitación, su corazón latiendo con fuerza. Sabía que tenía que encontrar a sus amigos y contarles lo que había descubierto. Pero también sabía que había dado un paso importante en su propio camino.

"Mis padres tendrán que aceptarlo," pensó Toph mientras corría por los pasillos oscuros. "Soy fuerte, y nada ni nadie me detendrá."

Con su nueva habilidad, Toph se sentía más poderosa que nunca. Estaba lista para regresar a Ba Sing Se y enfrentar cualquier desafío que se presentara y demostrar a todos, incluidos sus padres, que era mucho mejor de lo que habían imaginado. Ella era la mejor maestra tierra del mundo.