Samuel
Oliver y yo no éramos precisamente el ejemplo de una hermosa relación de hermanos, pero eso no quitaba el hecho de que nos extrañáramos de vez en cuando. Quizás él era alguien con una personalidad difícil de tratar, bastante irascible, caprichoso y egocéntrico para tener su edad, pero también tenía su lado bueno; era un buen consejero de vez en cuando.
—Puede que pasar tiempo con papá te agrade ahora. —dijo y fui testigo de cómo se lanzó a la cama con tanta fuerza que pude oír como las patas de la misma se arrastraban contra el suelo— Pero estoy casi seguro de que el próximo mes vas a suplicarme para que me lo traiga de nuevo a Madrid.
Llevábamos casi dos horas conectados en una video llamada que había iniciado con una simple conversación por mensajes. Por mi parte intentaba hablar lo más bajo posible, todo para no despertar la curiosidad de Emilia. Oliver, por su parte, no hacía más que partirse de la risa, gritar y hablar a lo loco, claramente aprovechándose de que ahora tenía toda la casa él solo.
—Estás exagerando, Oliver. —comenté en tono de burla y me acomodé mejor en la cama.
—Por supuesto que no. Papá es la cosa más molesta que existe en el universo. —reí— ¿Qué? Estoy hablando en serio.
—Eso es porque aún no conoces cómo es mamá. —pronuncié en voz baja, temiendo que mamá apareciera de repente y me escuchara hablar así de ella.
—¿Cómo que no lo sé? Si mamá se la pasaba echándome la bronca cada vez que me mandaba cagadas. —guardó silencio por unos segundos— ¿Cuánto hace que vivimos separados? ¿Tres años? —asentí— Lo que pasa es que mamá te deja hacer la tuya, y si te mandas cagadas, a lo sumo te da un sermón con sus icónicas frases de "yo sabía" o "yo te lo dije". Papá, en cambio, es metido. Quiere saber que haces a toda hora, con quién hablas, de qué hablas, a dónde vas, con quién, a qué hora y por qué. A mí me tenía harto, te juro que cada vez que debía ir a algún lado, salía mucho antes porque sabía que papá iba a hacerme un interrogatorio de media hora.
—Aquí no es así. —comenté tras recordar las pocas veces que había salido de casa, en las cuales solo era mamá quien me cuestionaba.
—De momento, pero cuando te agarre la confianza, vas a ver qué no te lo vas a poder sacar de encima. No vas a poder salir a ningún lado. —advirtió y yo solo asentí mientras me debatía si contarle o no acerca de mi nula vida social.
—Creo que no va a haber problemas con eso. —frunció el ceño y abrió ligeramente los labios, cómo si estuviera dispuesto a decir algo— No salgo a ningún lado. —confesé y Oliver se quedó en silencio durante un buen tiempo.
—¿Me estás jodiendo? —preguntó y negué— Sam ¿Me estás jodiendo?
—Que no, hombre. De verdad, no salgo a ningún lado. —se mordió los labios y procedió a despeinarse las cejas con los dedos, señal de que no sabía qué decir.
—¿Y qué haces entonces? —me quedé en silencio— ¿Te pasas todo el día en casa? —asentí— ¿No te aburres? —negué.
—Lo tengo todo para no aburrirme en casa. —argumenté.
—Ya se pero, en algún momento tienes que salir para que te dé la luz del sol ¿No?
—Puedo salir al patio cuando me dé la gana. —se llevó las manos a la cara y pronunció algo en voz baja que no pude entender.
—Que pelotudo. —pronunció finalmente— Yo no podría, la verdad. No veo la hora de salir de casa cada vez que vuelvo de entrenar. Básicamente la casa solo la ocupo para comer o para dormir.
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Fuera de juego [#2]
Любовные романыSamuel Godoy no es el futbolista más destacado de Argentina, tampoco es el más conocido de sus hermanos, pero hace sus más grandes intentos por ocupar un lugar digno de su apellido. Jugador de la reserva de Boca Juniors, foco de críticas y comparac...