Bianca
Alexis se había ido al baño y Samuel no tardó ni un segundo en aprovechar tal situación.
No sabía en qué momento habíamos llegado a esto; naipes españoles, bolsas de galletitas por toda la cama, una película de fondo y una partida de chinchón que parecía no terminar más.
En un principio, creí que a Samuel le resultaría raro e incómodo compartir parte de su tiempo con personas que no conocía, pero me sorprendió gratamente cómo se había acoplado a mis amigos con tanta facilidad. Quizás al principio si dudaba un poco sobre qué responder a las bromas que le hacían Lara y Alexis, pero luego no tuvo problemas en responder a sus bromas de mal gusto con otras bromas del mismo tipo.
—¿Alguna tiene el tres de bastos? —preguntó en voz baja. Lara y yo intercambiamos miradas y luego volvimos a ver las cartas que teníamos en nuestras manos.
Samuel se hallaba de rodillas en el piso, husmeando cuidadosamente las cartas de Alexis y tratando de no moverlas para que él no se diera cuenta de que estábamos haciendo trampa.
—Yo lo tengo. —admití y Samuel acomodó nuevamente las cartas de Alexis. Se subió a la cama con cuidado y acomodó sus cartas, dispuesto a emplear su papel de “aquí no pasó nada”.
—No lo tires, es la única que le falta para hacer chinchón—pronunció en voz baja y apoyó la espalda contra el respaldar del somier. Le eché una mirada a Lara y ella rió antes de llevarse ambas manos a la cara.
—¿Cómo es que tiene tanta suerte? Siempre hace chinchón. Lo odio. —pronunció ella con molestia y estiró el brazo para alcanzar la bolsa de galletas. — Ahí viene. —dijo, casi en un susurro, cuando se escuchó la puerta del baño de invitados.
Alexis ingresó a la habitación y tomó su respectivo lugar en la esquina de la cama. Agarró sus cartas y sonrió antes de decirnos que podíamos volver a jugar.
A pesar de la pequeña trampa que hizo Samuel, terminar la partida nos estaba tomando más tiempo del que creímos. El juego de robar y descartar cartas se repetía ronda tras ronda y ninguno de los cuatro parecía estar cerca de ganar, o al menos eso creí hasta que Samuel tiró todas sus cartas sobre la cama.
—Chinchón. —anunció con una enorme sonrisa en el rostro y nosotros intercambiamos miradas sin poder creer lo que estábamos viendo.
—Maldito hijo de…¡No puede ser! —exclamó Lara y tiró sus cartas sobre la cama— Bianca, he cambiado de opinión, ya no quiero que sea tu novio.
—Ni yo. —siguió Alexis— Hiciste trampa ¿No? —negó varias veces con la cabeza, pero no fue capaz de reprimir la risa— Miente, mírale la cara de desgraciado que tiene. —Samuel explotó a carcajadas y nosotros hicimos lo mismo, contagiándonos con lo graciosa que era su risa.
La risa de Samuel podría ser una como cualquier otra sin embargo, lo que la hacía única era el hecho de que parecía tener cortos ataques de hipo de por medio, algo que te causaba ternura y gracia a la vez.
[...]
Las horas extras no sirvieron de nada. Al parecer mi mala suerte era bastante superior a mi buena suerte y eso me ponía de malas.
Eran cerca de las siete y media de la mañana cuando Don Agustín nos mandó mensajes a Alexis y a mi, para comentarnos que una de nuestras compañeras de trabajo había presentado licencia por maternidad, por lo cual llamó a Alexis para que cubriera su puesto, y a mí para que cubriera el puesto de él.
—Me va a dar un ataque si sigo tomando café como si fuera agua. —Alexis tenía una cara de muerto, arrastraba las palabras y parecía estar luchando por mantener los ojos abiertos— Justo hoy se le ocurre ir a tener familia a la otra.
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Fuera de juego [#2]
RomansaSamuel Godoy no es el futbolista más destacado de Argentina, tampoco es el más conocido de sus hermanos, pero hace sus más grandes intentos por ocupar un lugar digno de su apellido. Jugador de la reserva de Boca Juniors, foco de críticas y comparac...