Una serie de delitos

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Vegeta, Bulma, Raditz, Krillin y Goku llegaron a Kame house. Una pequeña casa a la orilla de la playa. Únicamente cubierta por unas rocas que evitaban que el mar se la llevara. Para el príncipe, era un lugar de mala muerte, no había un dojo formal o un Ring donde pudiera entrenar adecuadamente. Por eso Krillin era tan débil, no tenía el entrenamiento adecuado, al final del día, Vegeta miraba al pelón de arriba a abajo y se daba cuenta que no tenía el talento necesario, lo que sí le llamaba la atención sin duda era la formación de  Goku en ese lugar y sus cualidades como combatiente, aunque ya sabía que la genética de grandes guerreros la tenía, por su padre. Sin embargo, el heredar las cualidades no te la que ver con la técnica,  algo especial había allí, decidió no prejuzgar y abrir su mente.

—¡YA LLEGUÉ ABUELO!— Krillin gritaba a un anciano que estaba dormido en una silla de playa con una revista morbosa cubriéndole el rostro

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—¡YA LLEGUÉ ABUELO!— Krillin gritaba a un anciano que estaba dormido en una silla de playa con una revista morbosa cubriéndole el rostro.

El hombre se puso de pie, traía una camisa horrorosa y pantalones cortos que mostraban sus piernas esqueléticas,era calvo y con una barba larga y desarreglada, además usaba unos lentes de sol horribles, eran súper oscuros y no se podía ver que era lo que miraba.

El hombre se puso de pie, traía una camisa  horrorosa y pantalones cortos que mostraban sus piernas esqueléticas,era calvo y con una barba larga y desarreglada, además usaba unos lentes de sol horribles, eran súper oscuros y no se podía ver que er...

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—Ay pero mira nada más ¡Bulma! ¡Estás más crecida!— el viejo se le abalanzaba a la joven quien no dudo en reventarle la cara con su bolso haciendo un home round imaginario con su cabeza
—Viejo libidinoso, solo vine por Krillin.—

Vegeta se reía internamente, aunque permanecía estoico, el hecho de ver como Bulma golpeaba a un mayor era sumamente divertido. Definitivamente era una chica de cuidado que no le tenía miedo a nada, igual que la rubia estúpida quien iba llegando. Eran un par de mujeres locas e insolentes, lo que jamás se había encontrado.

Raditz estaba serio también, esperando, parado estratégicamente recargado en un rincón pero mirando a la puerta, como vigilando si alguien llegaría, Lázuli se le acercaba aún guardando esperanzas, pues por mucho que le gustaran las chicas orientales, se sabía una chica hermosa y con muchas cualidades, además que Milk estaba enamorada de Goku, aunque el tonto de su amigo estaba ahí divirtiéndose y platicando con el anciano.

—Así que le ganaste al joven maravilla de estrella naranja.— Lápis se acercaba a platicar con Vegeta, quien no tenía interés en hablar con más gente, por lo regular el gemelo de Lázuli tampoco hablaba con nadie, era bastante misterioso.
—Si...—Vegeta respondía cortante.
—Eso es genial, aunque en poco tiempo ese chico será más rápido y podría derrotarte sin esfuerzo.—
—¡¿QUÉ DICES, INSECTO?!—
—Lo que oíste...por lo regular nadie me nota, no me gusta que me hablen, pero estuve ahí siempre... Vigilando.—

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