Sueños en un hospital

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12 años antes

—¡NOOOO, NO QUIERO NOOOOOOOOO!— El pequeño Vegeta de 5 años hacía una escena en el comedor real, una nana cargaba a Tarble mientras las otras trataban de controlar la rabieta del príncipe que se salía de control.
—Su majestad, tiene que comer para crecer grande y fuerte como su padre.—
—NOOOOO NO, QUIERO COMIDA DE MI MAMI, TRAE YA A MI MAMIIIIIII, MAMIII.—

Las nanas ya no sabían cómo lidiar con la situación, hacía unos meses la reina había perdido su batalla y al príncipe heredero le costaba comprender que su madre no regresaría

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Las nanas ya no sabían cómo lidiar con la situación, hacía unos meses la reina había perdido su batalla y al príncipe heredero le costaba comprender que su madre no regresaría. Las peleas diarias desgastaban al personal y el príncipe rechazaba las comidas, los atuendos, e incluso los estudios, no le conformaba absolutamente nada.

—Vegeta, joven príncipe, si deja de llorar traeré algo para usted.— La nueva tutora de Vegeta se acercaba al príncipe, quien con mucha curiosidad miro a la mujer. La señora Celry extendió su mano y le mostró un par de pulseras hechas artesanalmente. Para todo lo que había en palacio, no eran más que una baratija que intrigó al príncipe, las tomó con cuidado y las examinó brevemente.

—No brillan

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—No brillan.— Las soltó al momento de comprobar que no se trataba de joyas preciosas, sino de cuentas de fantasía en un humilde hilo.
—Fíjese bien en ellas joven príncipe, observe el interior de las gemas centrales.— la mujer insistía levantándolas del piso y entregándolas nuevamente, esta vez el príncipe las miraba de cerca, logró ver algo, un símbolo de infinito que cambiaba de dirección.
—¿Por qué cambia?—El príncipe en su inocencia infantil se fascinaba por el artefacto y la mujer sonreía, había captado su atención.
—Porque en la vida hay ciclos que inician y terminan, como la vida misma, sin embargo hay cosas infinitas, como la amistad verdadera. ¿Usted tiene algún amigo joven príncipe?—
—Ah ah— Vegeta miraba sus pequeñas manos intentando contar, pero negaba con la cabeza.
—Es porque es muy obstinado, observe con cuidado, como miró estas gemas, puede que algún amigo le esté esperando en algún rincón.—

El pequeño volvió a observar las gemas y rápidamente echo un vistazo a su alrededor. —No sea impaciente, la amistad llega por sí sola y recuerde que el valor de las cosas se lo damos por lo que significan, no por lo que cuesten. Si usted coopera podremos encontrar un amigo.— Vegeta guardó las pulseras en su bolsillo y accedió a comer. Poco a poco iba superando su duelo y tras un par de años el príncipe maduraba dejando de lado sus rabietas para irse concentrando en travesuras y desarrollar su fuerte carácter. Era un chico demasiado voluntarioso y rara vez estaba fuera de problemas.

En mis sueñosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora