Jeon Jungkook, un establecido y reconocido cazador de monstruos es asignado a ayudar a un príncipe gitano a enfrentar y eliminar al Conde Drácula. Es un hombre maldito con un pasado que no recuerda y una misión que constituye su único propósito en l...
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† Transilvania †
1887
El cielo estaba furioso, manifestándose con truenos, rayos y nubes grises que rodean la ciudad. La oscuridad envolvía el castillo de Frankenstein en Transilvania, donde el Dr. Viktor Frankenstein desafiaba a la naturaleza al haber dado vida a su única creación. Cuando esta comenzó a gritar, fue presenciada por su creador.
—Está vivo, ¡tiene vida! ¡Está gritando!.—exclamó emocionado, pero su emoción se vio interrumpida al escuchar el alboroto que provenía del exterior del castillo.
Corrió hacia los ventanales y vislumbró en la oscuridad cómo un grupo de aldeanos se acercaba por el puente que conducía al castillo. Los crímenes del doctor habían provocado la ira de una turba enfurecida, lista para lincharlo por sus actos impíos, y al verlo, comenzaron a gritar.
—¡Ahí está! ¡Atacad con fuerza!—exhortaron a aquellos que portaban un ariete y que golpearon la puerta con determinación.
El doctor se apartó del ventanal retrocediendo lentamente, y justo cuando se volvió...
—Éxito.—Drácula, el enigmático Conde de la noche, hizo su entrada detrás del doctor, asustándolo.
—Conde, era usted. —su cuerpo temblaba y un suspiro escapó de sus labios, sintiendo cómo su corazón amenazaba con salirse de su pecho.
—Admito que estaba a punto de desistir. —habló con elegancia mientras se aproximaba al ventanal, manteniéndose en penumbra.—Es lamentable que tu momento de triunfo se haya visto eclipsado por...el delito de profanar tumbas.
—Sí, debo... —empezó a alejarse, casi corriendo.—Debo huir de aquí.
—¿A dónde piensas ir, Viktor?.—inquirió al aparecer caminando sobre el puente que se extendía sobre la sala llena de máquinas, utilizadas por el doctor para observar su creación.— Tus... peculiares experimentos te han convertido en una figura desagradable para la mayoría del mundo civilizado.
Un relámpago iluminó por completo al conde, revelando su rostro como el de un monstruo sediento de sangre.
—¡L-lo llevaré lejos, muy lejos, donde nadie pueda encontrarlo.—dijo con la respiración agitada. Abrió su baúl para empezar a recolectar sus pertenencias, pero las palabras del conde lo detuvieron.
—No, no lo harás.—el doctor lo miró confundido. El conde caminaba con calma por la pared, con las manos detrás de su espalda.—El momento de dominarlo por fin llegó a mí.
