¡Hola a todos! ¿Cómo estáis? Espero que bien, me paso por aquí para dejaros un nuevo capítulo. Aún hay que pulir algunos detalles pero no quería haceros esperar mucho más. Espero que lo disfrutéis :)
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Caminé a paso apresurado hasta salir del edificio, este no era el barrio más seguro de la ciudad y ya había anochecido, por lo que la calle estaba apenas iluminada por un par de farolas que parecían estar en las últimas.
¿En qué momento me ha parecido buena idea venir aquí? Pienso, mientras me aseguro de que mi móvil sigue intacto en el bolsillo de mi pantalón y no me relajo hasta que identifico mi coche a tan solo unos metros de mí.
Descuelgo ligeramente mi mochila y comienzo a rebuscar en ella las llaves del coche más despacio de lo que me gustaría.
-Niña.- me sobresalto al oír la voz temblorosa reclamar mi atención. Dirijo una mirada vaga hacia el hombre desdentado que se encuentra demasiado cerca de mí.- ¿tienes fuego?- pregunta mostrándome la cuchara de metal que sostiene en la mano.
- No.- respondo apretando fuerte el bolso contra mi cuerpo.
El hombre me mira con una sonrisa de oreja a oreja, me mira sin verme y yo aguanto la respiración, rezando en silencio por que no tarde en irse, pero no se va.
- Eres guapa.- levanta la mano y acaricia un mechón de mi pelo. Intento apartarme, pero estoy acorralada entre el coche y él.
- Creo que el portero del edificio tenía un mechero, debería ir y preguntarle.- intento disuadirle.
- Ya no me interesa el mechero.- dice y el corazón comienza a latirme frenéticamente. - ¡Harry!- grita.- ¡mira que he encontrado!- dice antes de echarse a reír. Un hombre corpulento aparece de detrás de un coche empujando un carrito y el mundo se me cae a los pies ¿Cómo no he visto a este hombre antes? Es dos veces yo, con este sí que no tengo posibilidades. Es entonces cuando dejo de pensar, doy un empujón al hombre delgaducho que lo hace tambalearse y echo a correr.
Camino sin rumbo, dando vueltas a la manzana, y conforme avanzo pienso que esos dos hombres eran lo mejor que podía haberme encontrado. Las farolas son prácticamente inexistentes, hay más personas tumbadas en la acera- inconscientes- de lo que puedo contar y qué decir de los grupitos en las esquinas o en los coches estacionados observándome fijamente.
Intento actuar normal cuando paso junto a uno de estos grupos-que se quedan en silencio al verme- y se me cierra el estómago al vislumbrar un arma medio asomarse del pantalón de uno de ellos.
-¡Eh!- exclama uno. Acelero el paso y evito mirarlos, pero oigo los pasos tras de mí.- ¿Dónde vas?
-Te estamos hablando.- me dice otro. No puedo evitar mirar por encima de mi hombro y es entonces cuando los veo correr hacia mí.
No dudo en echar a correr, y lo hago con todas mis fuerzas, o al menos con todas las que me quedan, pero oigo sus pasos demasiado cerca.
-¡Cógela!- oigo gritar a uno.
Intento aumentar la velocidad pero estoy cansada, y en baja forma, y con la acera apenas iluminada no veo el hueco que se cierne sobre el suelo.
Caigo de bruces contra el asfalto y el ruido que hago al caer es atronador, casi como si un rayo hubiese cruzado el cielo. Tardo apenas dos segundos en comprobar que me encuentro bien y comenzar a levantarme pero he tardado demasiado. Me han alcanzado.
Unas manos me sostienen por los codos y me levantan. Ahogo un grito y forcejeo intentando liberarme pero solo consigo liberar medio cuerpo.
- Tranquila, tranquila, soy yo.- dice cuando me giro con la intención de propinarle una patada. Todo mi cuerpo se relaja cuando consigue reconocer esos ojos azules, casi negros, que ya me son tan familiares.
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𝒮i pudiera volver
RomanceTras un año desaparecida, Layla Harrison es encontrada a las afueras de Wichita, sin saber cómo ha llegado ahí o qué ha sido de ella, intentará rehacer su vida mientras investiga por su cuenta para tratar de recuperar los recuerdos del último año...