Capítulo 14

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Mauro𓆰𓆪

Me desperté con la cabeza a mil, pensando en todo lo que había pasado en el viaje con Emilia. No podía dejar de pensar en cómo habíamos estado juntos, en lo increíble que se sentía besarla, tocarla. Pero también en cómo se ponía celosa por Brenda. Sabía que Brenda quería volver conmigo, que aunque habíamos quedado como amigos, ella seguía insistiendo, invitándome a salir y tirándome indirectas. Pero la verdad es que yo solo estaba interesado en Emilia. Me di cuenta de que estaba enamorado de ella. Todo lo que hacíamos juntos, la forma en que se reía, cómo me miraba, todo me hacía sentir cosas que no había sentido antes.

De repente, Rusher entró a la habitación que compartía con Mateo.

—En cinco minutos nos vamos al aeropuerto, bro —dijo, golpeando la puerta.

—Está bien, ya tengo todo listo —respondí, levantándome de la cama.

Llamé a Pablo, el administrador, para entregarle las llaves de la cabaña. Cuando llegó, Emilia y yo le dimos las llaves y nos subimos al bus de la facultad que nos llevaría al aeropuerto. Todo el camino hasta ahí no pude dejar de pensar en Emilia y en cómo íbamos a manejar todo esto cuando llegáramos a Buenos Aires.

Al llegar al aeropuerto, nos subimos al avión y a todos nos tocaron asientos diferentes. Me acomodé en mi asiento y me dormí durante las dos horas de vuelo. Necesitaba descansar un poco después de todo el drama y la emoción del viaje.

Cuando bajamos del avión y nos juntamos todos, Cande fue la primera en hablar.

—Gracias a todos, me divertí demasiado —dijo con una sonrisa enorme.

—Es muy buen grupo, posta —agregó Lit.

—Hay que organizar una junta —propuso Tuli.

—Hay que hacerlo —dije, entusiasmado.

Mateo abrazó a Nicki y dijo:

—Cuenten con nosotros.

—Vos vas de viaje y regresás con pareja —bromeó Rusher.

—Ya sabía que entre ustedes dos iba a pasar algo —dijo Tiago, refiriéndose a Nicki y Mateo.

—Sí, desde el boliche que traen onda —comentó Emilia.

—Bueno, ya hay que juntarnos el próximo fin de semana —dijo Nicki.

—Si quieren, en mi casa —ofrecí—. No hay problema, hacemos algo tranqui.

Todos aceptaron y nos despedimos. Cada uno se fue a su casa. Candela y yo volvimos juntos. Cuando llegamos, subí a mi habitación y me tiré en la cama, agotado pero feliz. Pensaba en Emilia y en todo lo que habíamos vivido en este viaje. Estaba decidido a que las cosas con ella fueran en serio. No quería a nadie más. Me quedé dormido con una sonrisa en la cara, esperando que este nuevo capítulo con Emilia fuera aún mejor.

...

Emilia

Ya habían pasado dos días desde que volvimos del viaje y mañana teníamos que volver a la facu. Estaba en mi habitación, lista para irme a dormir después de hablar con Mauro. Quedamos en encontrarnos mañana en la biblioteca. Mientras estaba por meterme en la cama, escucho que tocan el timbre. Bajo a abrir ya que mis viejos no estaban y, para mi sorpresa, era Candela.

—¿Qué hacés acá? —le pregunté mientras la hacía pasar.

—Me voy a quedar a dormir con vos —dijo Candela, subiendo directo a mi habitación.

—¿Querés que te preste ropa? —le ofrecí.

—Sólo préstame algo para ir a la facu mañana, porque ahora ya estoy en pijama —dijo, buscando en el placard.

—Bueno, pero ¿qué pasó que venís a esta hora? —le pregunté, extrañada.

Candela se tiró en la cama y dijo:

—No pasó nada. Estaba hablando con Brenda y le dije que mis papás salieron. Me pidió que le deje la casa sola con Mauro.

—¿Qué? —respondí, sintiendo una mezcla de enojo, tristeza e inseguridad, pero disimulando.

—Sí, es que Bren quiere volver con él sí o sí y me pidió ese favor. No me podía quedar con Tiago, así que vine para acá. No me digas que te molesta. Últimamente estás un poco rara conmigo, ya ni me contás nada y somos mejores amigas... o eso creo —dijo Candela, un poco triste.

—No, no me molesta, sólo que me tomaste por sorpresa. Y obvio, somos mejores amigas y te cuento lo que me pasa.

—No, Em, ya no estamos igual. A veces siento que me mentís cuando me decís algo y quizá es mi culpa porque siempre estoy con Tiago, pero me gustaría que seas sincera conmigo como siempre ha sido.

Me senté en la cama al lado de Candela, sintiéndome mal y culpable por todo lo que ella me estaba diciendo, y le respondí:

—Cande, no es porque estés con Tiago y siempre soy sincera con vos, lo sabés. Sólo que he estado un poco distraída por los cursos de la facu, pero todo bien. Sos mi mejor amiga, te diría todo lo que pasa.

—Bueno, está bien —dijo Candela.

La abracé, sintiéndome aún peor por mentirle, apagué la luz y nos acostamos a dormir. Candela se durmió rápido, pero yo me quedé pensando en todo lo que estaba pasando con Mauro. Cómo habíamos estado juntos, después peleado, luego amistado y ahora otra vez esto de Brenda. Me sentía insegura porque Fernando siempre me decía que nunca nadie me iba a querer y que siempre me iban a cambiar por una mina que valga la pena. Pensé que tal vez era eso, porque Mauro prefería estar con Brenda. Tal vez debería dejarle el camino libre a Brenda porque ella sí podía hacer feliz a Mauro y así no arruinaría mi amistad con Candela. Con la cabeza hecha un quilombo, me dormí.

Al día siguiente me desperté y miré el reloj. Ya estábamos tarde.

—Cande, levantate, ya estamos tarde —le dije, despertándola.

Candela se levantó y empezó a cambiarse de ropa.

—No estoy lista para un nuevo semestre —dijo.

—Yo tampoco —respondí.

Salimos corriendo hacia la facu. Al llegar, Candela me dijo:

—Ya vengo, le decís a la profe que estoy recogiendo mis libros.

—¿No vas a entrar a la clase? —le pregunté.

—No, voy a buscar a Brenda que tiene hora libre para que me cuente qué tal le fue con Mauro anoche —dijo, haciendo que se me revolviera el estómago. Solo le respondí:

—Bueno, te veo luego.

Candela se fue y yo entré a clase, pero no pude prestar atención ni un minuto. Mi cabeza estaba en Mauro y Brenda. A la hora del recreo, Mauro y yo habíamos quedado en vernos en la biblioteca, pero no quería ir. Me mandó un mensaje preguntando dónde estaba, pero decidí ignorarlo y pasar el recreo con mis amigas. A la salida, me fui directo a casa para no cruzarme con Mauro. Me sentía muy mal con todo lo que estaba pasando. Mauro llamaba a mi teléfono, pero solo rechazaba las llamadas llorando. Había decidido que ignorarlo y dejar las cosas como estaban, creo que era la mejor opción.

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