Había pasado ya una semana desde el accidente. Jorge no había salido de casa desde entonces, solo para el funeral de su princesa, al que solo asistieron él, la señora Florencia, Mercedes y Ruggero, una pareja que era muy amiga de Jorge y Martina, y unas cuantas personas cercanas. Jorge no tenía muchos amigos, sin embargo Martina era muy querida, pero solo asistieron las personas a las que realmente Jorge consideraba amigas de su esposa. Solo ellos, pues ya ni Jorge ni Martina tenían familiares.
Eran un matrimonio muy independiente, ambos habían afrontado muchas dificultades a lo largo de su vida, habían afrontado pérdidas y habían crecido prácticamente solos. Sin embargo el destino los unió, pero ahora los estaba separando, ¿por qué? Eso mismo se preguntaba Jorge.
Él estaba sentado en el escritorio de Martina, sosteniendo una foto de ellos dos juntos, era de su boda. En la imagen estaba plasmado un Jorge sonriente y una Martina dándole un beso en la mejilla. Qué hermosa se veía ese día. De hecho, para Jorge se veía hermosa cada día, sin embargo, el día de su boda la vio más hermosa que nunca, pues se estaba convirtiendo en su mujer.
Eran las once de la noche, y él seguía ahí, deprimido. ¿Qué iba a hacer sin su Martina? Recordó las últimas palabras que compartió con ella...
―Jorge, mi amor, vuelvo a la noche, te amo ―le sonrió y lo besó.
―Contaré los minutos ―él le guiñó un ojo y depositó un beso en el dorso de su mano.
―Exagerado ―soltó una risita ―. Nos vemos, corazón.
―Te amo ―Martina le sonrió y salió por la puerta, cerrándola tras ella.
Pero él no sabía lo que el destino le deparaba.
―Tini, mi vida, necesito sentirte junto a mí, mi amor ―susurró, sosteniendo el portarretratos frente a él.
―Jorge, estoy aquí contigo.
A Jorge se le heló la sangre. Asustado, tomó valor y preguntó:
―Qui... ¿Quién anda ahí? ―Se levantó de la silla y dejó el portarretratos asentado en la mesa. ―¿Hola? ―preguntó nuevamente.
Nada, nadie contestó.
―Dios, estoy quedando loco ―se rascó la nuca y se fue a la cocina en busca de una cerveza. La necesitaba.
Al llegar a la puerta del refrigerador, vio en ella una nota. Se sorprendió, pues no recordada haberla visto ahí antes, y eso que seguidamente iba ahí a buscar una cerveza.
La tomó y la leyó.
"Jorge, mi vida, te extraño tanto. -M"
Nuevamente se le heló la sangré. ¿Qué rayos significaba esto? Esa era, indiscutiblemente, la letra de Martina. Releyó la nota unas cuantas veces más, no podía ser cierto.
―¿Pero qué rayos...? ―susurró algo asustado-. Pero si la que se fue es ella ―Jorge estaba más que confundido.
Dejó la nota de nuevo pegada en donde estaba antes. Se alejó apresurado de la cocina, las ganas de beber la cerveza se le habían esfumado por el susto.
No lo entendía, primero la voz que había escuchado hace unos minutos cuando estaba en el despacho de Martina, y luego esto. ¿Qué faltaba? ¿Qué la misma Martina se le apareciera ahí mismo?
―Dios, ¿qué está pasando? ―estaba ahora sentado en el sofá de la sala con ambas manos en la cabeza―. Mi princesa, si eres tú, ¿por qué haces esto? ―murmuró, cerrando los ojos y suspirando pesadamente.
Una vez que se relajó, se fue a su habitación. Aquella que había compartido tanto tiempo con Martina, donde tantas veces rieron, jugaron, discutieron e hicieron el amor. Cómo la extrañaba. Y los extraños sucesos por los que estaba pasando no servían de mucho, pues lo hacían recordarla a cada momento.
Se acostó en la cama, dispuesto a dormir. Aún tenía el olor de Martina. Inhaló fuerte y sus fosas nasales se inundaron de ese delicioso aroma.
―Te extraño, princesa ―y cerró los ojos. No sin antes escuchar de nuevo esa dulce voz que le helaba la sangre, pero a la vez lo tranquilizaba:
―¿Cuándo despertarás, mi amor?
[09/07/2015]

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Amor mío
Fiksi Penggemar"Amor mío, ¿dónde estás?" Una pregunta que le fue respondida, sin embargo, no de la manera que él hubiese querido. Fanfic Jortini de mi autoría. Empezada: 04 / 07 / 2015 Terminada: 22 / 01 / 2016