No elegí enamorarme de ti

11. Solo amigos

El tiempo pasó y la esperanza que Luke había sentido empezó a desvanecerse. Aiden seguía acercándose a él, pero sus avances se sentían más como intentos de reconectar con un viejo amigo que como una señal de interés romántico. Luke se encontraba en un limbo emocional, confundido y cada vez más ansioso por la situación. No podía seguir ignorando sus sentimientos ni las señales contradictorias que recibía de Aiden.

Una tarde, después de la escuela, Luke decidió que ya no podía soportar más la incertidumbre. Había pasado tantas noches sin dormir, pensando y repensando cada interacción, buscando pistas y signos de que Aiden pudiera sentir lo mismo que él. Pero la duda lo estaba consumiendo. Había llegado el momento de enfrentar la situación de una vez por todas.

Luke eligió la biblioteca como el lugar para esta conversación crucial. Era un espacio tranquilo, donde habían pasado muchas horas juntos estudiando y compartiendo momentos significativos. Se sentía como un terreno neutral, un lugar donde podría reunir el coraje necesario para expresar lo que sentía. Caminó hacia la biblioteca con el corazón acelerado y la mente llena de pensamientos, cada uno compitiendo por su atención.

Al entrar, vio a Aiden sentado en una de las mesas al fondo, absorto en un libro. Luke respiró hondo y se acercó, sus pasos resonando suavemente en el silencio del lugar. Al llegar a la mesa, Aiden levantó la vista y sonrió, una sonrisa que siempre había tenido el poder de calmar a Luke, pero que ahora solo añadía a su confusión.

—Hey, Luke —dijo Aiden, cerrando su libro. —¿Todo bien?

Luke se sentó frente a él, tratando de mantener la calma. —Aiden, necesito hablar contigo sobre algo importante —dijo, su voz traicionando su nerviosismo.

Aiden lo miró con curiosidad y una leve preocupación. —Claro, dime. ¿Qué pasa?

Luke tomó un momento para reunir sus pensamientos y sus fuerzas. —Necesito que seas sincero conmigo. ¿Qué es lo que realmente quieres? —preguntó Luke, su voz firme pero cargada de emoción.

Aiden lo miró con una expresión que Luke no pudo descifrar de inmediato. Parecía estar considerando sus palabras con cuidado. Finalmente, Aiden habló con una voz suave y un poco distante.

—Luke, eres un gran amigo y realmente aprecio nuestra relación. Pero creo que lo mejor es que nos mantengamos como amigos. No estoy seguro de poder corresponder a tus sentimientos de la manera que te gustaría —dijo Aiden, evitando el contacto visual.

Las palabras de Aiden fueron como un golpe seco al corazón de Luke. Se sintió herido y decepcionado. La esperanza que había renacido en su pecho se desmoronó en un instante. Todos los sueños y las ilusiones que había construido en su mente se desvanecieron, dejándolo con una sensación de vacío y tristeza.

—Entiendo —dijo Luke, tratando de mantener la compostura. —Solo quería saber dónde estábamos. Gracias por ser honesto conmigo.

Aiden asintió, y Luke sintió cómo una tristeza profunda se asentaba en su interior. A pesar de sus intentos de mantener una apariencia de calma, su corazón estaba roto. Las conversaciones y los momentos que habían compartido ahora se sentían como recuerdos dolorosos.

Salieron de la biblioteca juntos, pero el ambiente había cambiado. Lo que antes había sido una atmósfera de complicidad y entendimiento mutuo ahora estaba teñida de incomodidad y tristeza. Luke intentó seguir adelante con su día, pero cada cosa que hacía le recordaba la conversación que acababa de tener.

Esa noche, Luke se tumbó en su cama, mirando el techo mientras las lágrimas silenciosas corrían por sus mejillas. Se sentía perdido, como si una parte de él se hubiera roto irreparablemente. Había puesto tanto de sí mismo en la esperanza de algo más con Aiden, y ahora se enfrentaba a la realidad de que esa esperanza no se cumpliría.

En los días siguientes, Luke intentó actuar con normalidad. Mantuvo las apariencias en la escuela, interactuando con Aiden y sus otros amigos como si nada hubiera cambiado. Pero en su interior, la tristeza y la decepción estaban siempre presentes. Cada vez que veía a Aiden, sentía una punzada de dolor, un recordatorio constante de lo que había perdido y de lo que nunca podría ser.

Evan, el mejor amigo de Luke, notó el cambio en él. Aunque Luke intentaba ocultar su dolor, Evan podía ver a través de la fachada. Una tarde, mientras caminaban juntos hacia casa, Evan decidió abordar el tema.

—Luke, he notado que algo te está molestando. ¿Quieres hablar de ello? —preguntó Evan con sinceridad.

Luke suspiró, sintiéndose aliviado de tener a alguien en quien confiar. —Es Aiden. Le dije cómo me sentía y... bueno, él solo quiere que seamos amigos.

Evan puso una mano en el hombro de Luke, ofreciéndole consuelo. —Lo siento mucho, Luke. Debe ser difícil para ti.

—Lo es. Siento que todo ha cambiado, y no sé cómo seguir adelante —admitió Luke, dejando salir una parte de su dolor.

—Te entiendo. Pero eres fuerte, y con el tiempo, esto también pasará. Estoy aquí para ti, pase lo que pase —dijo Evan con firmeza.

Las palabras de Evan fueron un pequeño bálsamo para el corazón herido de Luke. Saber que tenía un amigo que lo apoyaba y entendía su dolor le dio un poco de consuelo en esos momentos oscuros.

Con el paso del tiempo, Luke empezó a aceptar la situación. Se dio cuenta de que, aunque no podría tener a Aiden de la manera que deseaba, todavía valoraba su amistad. Aprendió a encontrar la fuerza dentro de sí mismo para seguir adelante, apoyado por sus amigos y por la certeza de que, eventualmente, el dolor disminuiría.

La vida continuó, y aunque la herida en el corazón de Luke seguía sanando lentamente, empezó a ver la luz al final del túnel. Aceptó que algunas cosas no estaban destinadas a ser, pero eso no significaba que no pudiera encontrar la felicidad en otros lugares. Luke encontró una nueva perspectiva sobre el amor y la amistad, comprendiendo que ambas podían coexistir y ofrecerle algo valioso.