8. Un integrante se va

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El verano estaba en su apogeo, y la escuela se preparaba para los exámenes finales. El ambiente estaba cargado de tensión y nerviosismo, pero para Luke, había algo más pesado en el aire, algo que no podía sacudirse. Había notado que Aiden estaba más callado de lo habitual, más distante.

Una tarde, después de clases, Luke y Evan estaban sentados bajo su árbol favorito en el parque, disfrutando de una ligera brisa que hacía más llevadero el calor.

-¿Has notado que Aiden está raro últimamente?- preguntó Luke, rompiendo el silencio.

-Sí, he notado que está más serio y no habla mucho en clase- respondió Evan, frunciendo el ceño.

Justo en ese momento, vieron a Aiden acercarse. Su expresión era sombría, y Luke sintió un nudo en el estómago al verlo.

-¿Podemos hablar?- dijo Aiden, su voz apenas un susurro.

-Claro, Aiden. ¿Qué pasa?- preguntó Luke, preocupado.

Aiden se sentó junto a ellos, su mirada fija en el suelo. Después de unos segundos de silencio, finalmente habló.

-He reprobado varios exámenes este semestre- comenzó Aiden, su voz temblorosa- Y me han dicho que tengo que repetir el año. Me van a suspender.

La noticia cayó como una bomba. Luke y Evan se quedaron en silencio, procesando lo que acababan de escuchar. Para Luke, era como si el suelo se desmoronara bajo sus pies. Aiden, su amigo, su confidente, no estaría con ellos el próximo año.

-No puede ser, Aiden. ¿No hay nada que puedas hacer?- preguntó Luke, desesperado.

-Lo intenté todo, Luke. Pero no hay vuelta atrás. Tendré que quedarme un año más- respondió Aiden, con la voz quebrada.

Evan puso una mano en el hombro de Aiden, tratando de ofrecerle consuelo.

-Lo siento mucho, Aiden. Esto debe ser muy difícil para ti- dijo Evan, con sinceridad.

-Sí, lo es. Pero lo que más me duele es tener que separarme de ustedes. Han sido mi apoyo, mi familia aquí- dijo Aiden, y las lágrimas comenzaron a brotar de sus ojos.

Luke sintió una oleada de tristeza y compasión. Ver a Aiden tan vulnerable le rompía el corazón.

-Estaremos aquí para ti, Aiden. No importa lo que pase, siempre seremos amigos- dijo Luke, tratando de sonar fuerte.

Aiden asintió, aunque su mirada seguía triste.

-Gracias, Luke. Eso significa mucho para mí.

El resto de la tarde la pasaron en un silencio melancólico, cada uno perdido en sus pensamientos. Cuando se despidieron, Luke sintió que una parte de él se quedaba con Aiden, una parte que sabía que las cosas nunca serían las mismas.

Los días siguientes fueron difíciles. Aiden se despidió de sus compañeros y profesores, y el último día de clases llegó demasiado rápido. Luke y Evan lo acompañaron hasta el final, tratando de mantener el ánimo, pero el peso de la despedida era palpable.

En el último día de clases, los tres amigos se reunieron una vez más bajo su árbol en el parque. La tarde era cálida, pero había una tristeza en el aire que ninguna brisa podía aliviar.

-Este no es un adiós, Aiden- dijo Luke, tratando de contener las lágrimas- Seguiremos en contacto. Vendrás a vernos, y nosotros te visitaremos.

-Sí, Luke tiene razón. Esto no es el fin- agregó Evan, con una sonrisa forzada.

Aiden los miró con gratitud, aunque sus ojos seguían tristes.

-Lo sé, chicos. Y les agradezco por todo. Solo... no sé cómo será el próximo año sin ustedes- confesó Aiden.

-Será difícil, pero lo superaremos- dijo Luke, tomando la mano de Aiden en señal de apoyo.

Pasaron la tarde recordando los buenos momentos, las risas, las aventuras que habían compartido. Fue un intento de consolarse, de aferrarse a algo positivo en medio de la tristeza.

Al final del día, se abrazaron fuertemente, sabiendo que, aunque se verían nuevamente, algo cambiaría en su dinámica.

-Cuídate, Aiden. Y no olvides que estamos aquí para ti, siempre- dijo Luke, con la voz cargada de emoción.

-Lo haré. Y ustedes también cuídense. Los quiero, chicos- respondió Aiden, con lágrimas en los ojos.

Cuando Aiden se alejó, Luke sintió un vacío profundo. Se quedó parado junto a Evan, observando cómo su amigo se perdía en la distancia. El parque, que siempre había sido un lugar de alegría y risas, ahora se sentía diferente, como si una sombra se hubiera asentado sobre él.

Luke y Evan caminaron en silencio hacia sus casas, ambos inmersos en sus pensamientos. Al llegar a su habitación, Luke se dejó caer en su cama, mirando al techo. Las lágrimas comenzaron a rodar por sus mejillas, y no hizo ningún esfuerzo por detenerlas. Sentía un dolor profundo, una mezcla de tristeza y pérdida que no sabía cómo manejar.

Esa noche, Luke escribió en su diario, tratando de encontrar consuelo en las palabras.

-Hoy, Aiden se ha ido. Siento que una parte de mí se ha ido con él. Pero sé que esto no es el fin. Nuestra amistad es fuerte, y encontraremos la manera de seguir adelante. Solo espero que él sepa cuánto lo queremos y cuánto lo vamos a extrañar.

El próximo año escolar comenzó, y aunque las clases, los pasillos y los amigos seguían allí, había una ausencia que lo permeaba todo. Luke y Evan se apoyaron mutuamente, encontrando consuelo en su amistad mientras se adaptaban a la nueva realidad sin Aiden.

A medida que pasaban los días, Luke se dio cuenta de que, aunque Aiden no estuviera físicamente presente, su amistad seguía siendo un pilar importante en su vida. Se comunicaban a través de mensajes y llamadas, y cada conversación era un recordatorio de que los lazos que habían formado eran más fuertes que cualquier distancia o desafío.

Luke también encontró fuerza en su relación con Evan. Juntos, enfrentaron los retos del nuevo año escolar, apoyándose mutuamente en los momentos difíciles y celebrando los éxitos juntos. La ausencia de Aiden los unió aún más, y Luke aprendió a valorar profundamente la amistad y el apoyo de Evan.

Un día, mientras caminaban por el parque, Evan rompió el silencio.

-Luke, sé que ha sido difícil sin Aiden. Pero quiero que sepas que siempre estaré aquí para ti, pase lo que pase.

-Lo sé, Evan. Y yo también estaré aquí para ti. Hemos pasado por mucho, y sé que podemos superar esto juntos- respondió Luke, sintiendo una oleada de gratitud hacia su amigo.

A medida que el año avanzaba, Luke y Evan encontraron su ritmo. La tristeza por la ausencia de Aiden seguía allí, pero también había una nueva determinación de seguir adelante y hacer lo mejor de cada día. Sabían que, aunque los tiempos eran difíciles, su amistad era una fuente de fuerza y esperanza.

Y así, con el paso del tiempo, Luke aprendió a aceptar la nueva realidad, encontrando consuelo en los recuerdos y la certeza de que la amistad verdadera siempre encuentra la manera de perdurar. Aunque Aiden no estuviera con ellos físicamente, su presencia seguía siendo una parte importante de sus vidas, y Luke supo que, sin importar lo que sucediera, siempre tendrían un lazo que los unía.

No elegí enamorarme de tiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora