14. Cansado de ser el bueno

0 0 0
                                    

Con el tiempo, Luke comenzó a sentirse abrumado por las expectativas que otros tenían de él. Siempre había sido el amigo comprensivo, el que estaba ahí para escuchar y apoyar a los demás. Sin embargo, la presión de ser siempre "el bueno" empezó a pasarle factura. Se sentía atrapado en un papel que ya no deseaba desempeñar. La constante demanda de apoyo emocional por parte de sus amigos y familiares estaba drenando su energía y su capacidad para enfrentar sus propios problemas.

Una tarde, después de la escuela, Luke se encontró con Aiden en su lugar habitual en el parque. El parque, que solía ser un refugio de paz y un espacio para compartir risas y confidencias, ahora se sentía como un escenario de confrontación inminente. Aiden notó que algo no estaba bien con Luke; su expresión era tensa y su mirada distante. Había una sombra de tristeza en los ojos de Luke que no había estado allí antes.

—Luke, ¿qué te pasa? Pareces estar en otro mundo —dijo Aiden con preocupación, acercándose para sentarse junto a él en el banco de madera desgastada.

Luke suspiró profundamente, su frustración evidente en cada movimiento. El peso de sus emociones reprimidas parecía hundirlo más en el banco.

—Estoy cansado, Aiden. Cansado de siempre ser el que tiene que escuchar y solucionar los problemas de todos. Nadie parece darse cuenta de que yo también tengo mis propios problemas —respondió Luke, su tono lleno de amargura. Cada palabra era una descarga de la presión acumulada durante meses.

Aiden se sintió desconcertado. Nunca había escuchado a Luke hablar de esa manera. Siempre había sido el pilar de fortaleza, el amigo que todos buscaban cuando necesitaban consuelo o consejo.

—Pero eres tan bueno ayudando a los demás, Luke. Siempre has sido el mejor amigo que cualquiera podría tener —intentó consolar Aiden, pero sus palabras parecieron caer en saco roto. Había un vacío en la mirada de Luke que indicaba que esas palabras no eran suficientes esta vez.

Luke cerró los ojos por un momento, tratando de contener las lágrimas que amenazaban con brotar. La verdad era que se sentía solo en su dolor, como si estuviera llevando el peso del mundo sobre sus hombros sin recibir ningún tipo de alivio.

—¿Y quién está ahí para mí cuando necesito ayuda? Estoy harto de ser el bueno, de siempre tener que ser el soporte de todos. Necesito tiempo para mí, para resolver mis propios problemas —dijo Luke, levantándose bruscamente del banco. Había un temblor en su voz, un indicio de lo profundo que era su agotamiento emocional.

Aiden no supo qué decir. Ver a Luke, su amigo siempre confiable, tan afectado y frustrado, le rompió el corazón. Sabía que Luke siempre había sido fuerte, pero ahora veía cuánto le había costado mantener esa fortaleza.

—Luke, lo siento. No me di cuenta de cuánto estabas lidiando —dijo Aiden, su voz llena de arrepentimiento. Intentó poner una mano en el hombro de Luke, pero este se apartó, incapaz de aceptar consuelo en ese momento.

Luke se alejó, dejando a Aiden con una sensación de impotencia y una profunda tristeza al darse cuenta de que, en su intento de apoyarlo, nunca se dio cuenta de cuánto necesitaba Luke su propio espacio y tiempo para sanar. Mientras caminaba por el sendero del parque, Luke sentía el peso de la soledad como nunca antes. Cada paso era un esfuerzo, una lucha por mantener la compostura mientras su mente se llenaba de pensamientos oscuros y desesperados.

Llegó a casa y se encerró en su habitación, cayendo pesadamente sobre su cama. Miró el techo, sintiendo cómo las lágrimas finalmente se desbordaban. Era una liberación que había necesitado durante mucho tiempo, pero también una señal de que algo tenía que cambiar.

En los días siguientes, Luke decidió distanciarse de las personas que solían depender tanto de él. No respondía a los mensajes con la misma prontitud, y sus conversaciones se volvieron más breves y superficiales. Necesitaba espacio para sí mismo, para encontrar un equilibrio que le permitiera ser "el bueno" sin sacrificar su propia salud mental.

Su familia notó el cambio, especialmente su madre, quien intentó acercarse a él.

—Luke, sé que estás pasando por un momento difícil. Solo quiero que sepas que estoy aquí para ti —dijo su madre una noche, sentándose junto a él en el borde de su cama.

Luke asintió, agradecido por el apoyo, pero aún incapaz de abrirse completamente.

—Gracias, mamá. Solo necesito tiempo para resolver algunas cosas —respondió, su voz débil pero sincera.

Con el tiempo, Luke comenzó a encontrar pequeños momentos de paz. Paseaba por el parque solo, disfrutando del silencio y la tranquilidad. Empezó a leer más, sumergiéndose en mundos ficticios que le ofrecían un escape temporal de sus preocupaciones. Poco a poco, reconstruyó su sentido de sí mismo, entendiendo que no siempre tenía que ser el fuerte, el bueno. También tenía derecho a ser vulnerable, a necesitar ayuda.

Aiden, por su parte, también reflexionó sobre su papel en la vida de Luke. Se dio cuenta de que había dado por sentado la fortaleza de su amigo, sin considerar el costo emocional que eso implicaba. Decidió darle a Luke el espacio que necesitaba, pero se comprometió a estar ahí para él cuando estuviera listo para volver a hablar.

Finalmente, después de semanas de reflexión y sanación, Luke y Aiden se encontraron de nuevo en el parque. Esta vez, la atmósfera era diferente. Había una comprensión silenciosa entre ellos, un reconocimiento de las heridas y las cicatrices que ambos llevaban.

—Aiden, gracias por darme el espacio que necesitaba. Significa mucho para mí —dijo Luke, su voz firme pero llena de gratitud.

—Siempre estaré aquí para ti, Luke. No lo olvides —respondió Aiden, su voz sincera y llena de arrepentimiento.

La amistad entre Luke y Aiden no volvió a ser la misma, pero evolucionó. Aprendieron a apoyarse mutuamente de una manera más equilibrada, respetando los límites y necesidades de cada uno. Luke ya no era solo "el bueno", sino un amigo con sus propias luchas y triunfos, y Aiden se convirtió en alguien que aprendió a estar presente de una manera más significativa.

No elegí enamorarme de tiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora