02: La pelirroja fan del rock

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Por muy tarde que estuviese llegando, el maño se negaba a correr por la calle. Él no era del tipo deportista —tampoco pretendía serlo en el futuro—, así que se negaba a pasar la vergüenza de que la gente que paseaba tranquilamente fuese a verle corriendo de manera torpe mientras empezaba a sudar la gota gorda.

Por ahí no pasaba.

El caso era que, tras intercambiar números con Martin hace unas noches, habían quedado aquella tarde para ir a hablar con la primera opción, que resultaba ser una amiga del menor. Juanjo había insistido en que podía ir solo hasta la tienda en la que trabajaba la muchacha, pero el chico del bigote no aceptó ninguna de las negativas, diciendo que así de paso podría hablar con su amiga.

Era por eso que ahora mismo estaba andando aceleradamente hasta el punto de encuentro, esperando que el camarero no se enfadase por su tardanza. No era habitual en él llegar tarde, más bien todo lo contrario, pero ese día se había entretenido y se le había ido totalmente la hora.

Cuando finalmente giró la esquina que le llevaría a la plaza en la que le estaba esperando el menor, disminuyó la velocidad de sus pasos para buscarle con la mirada.

Lo encontró sentando en un banco, bajo la sombra de un árbol y con el móvil entre las manos. Ahora que era capaz de verle en plena luz de día, reparó en su pelo; perfectamente estilizado en un mullet, que, desde el punto de vista de Juanjo, le quedaba de muerte. Llevaba también, una camiseta de tirantes negra, acompañada de unos pantalones que parecían varias tallas por encima de las que el chico podía necesitar.

Todo eso en conjunto, le daba al chico un aire alternativo, pero igualmente magnético. El maño sentía que le era muy complicado apartar la vista de él.

Pero de todas formas se vio obligado a hacerlo cuando Martin levantó la vista de la pantalla de móvil para mirarlo, pillándole completamente en el escáner corporal que el maño parecía estarle haciendo.

"Hola." Dijo el vasco, poniéndose en pie.

"Hola."

Un silencio incómodo siguió el saludo, con los dos plantados en sus sitios, sin saber que más decirse. El maño ya se estaba arrepintiendo de ese trato sin sentido, teniendo ganas de darse media vuelta y volver de dónde había venido. Pero volvió a darle una vuelta, si de verdad quería encontrar a su alma gemela, no tenía otra opción.

Carraspeó. "¿Vamos?"

La única respuesta que recibió fue el breve asentimiento del menor.

Emprendieron el camino hasta la ubicación que había especificado previamente el chico, en un silencio que estaba matando a Juanjo de incomodidad. Y como él no podía mantenerse callado mucho tiempo, decidió hablar.

"¿Qué edad tienes?" Preguntó sin pensárselo mucho, cosa de la que se arrepintió instantáneamente al darse cuenta de que aquella tal vez no era la mejor pregunta con la que empezar una conversación.

El vasco, en cambio, no pareció encontrarle nada raro a la cuestión. "Veinte, los cumplí hace no mucho."

Juanjo asintió. "¿Y ves...?" Dejó la frase sin terminar, señalando alrededor en su lugar.

Martin tardó un momento en entender lo que quería decirle, pero en cuanto lo pilló desvió la mirada.

"¿En color? Sí." Respondió sin indagar mucho más.

Tal vez eso debería haber sido una señal para no preguntar más, pero no pudo evitar tirarle de la lengua un poco más.

"¿Y cómo fue? Mi amiga Denna dice que cuando conoció a su alma gemela fue 'mágico', pero a mí me cuesta creerlo." Habló, buscando saciar su curiosidad.

En busca de tus coloresDonde viven las historias. Descúbrelo ahora