Juanjo volvió a mirarse en el espejo por décima vez en los últimos quince minutos.
¿Es demasiado? Pensó. Probablemente sea demasiado, ni siquiera vamos a salir de fiesta de verdad.
Quiso tirarse encima de la cama y gritar contra la almohada, pero sabía que si hacía eso iba a arrugar la camisa de lino que hace nada más que media hora tan minuciosamente había planchado. Así que se limitó a cerrar los ojos con fuerza y tomar aire lentamente.
Tan solo dos días después de su último encuentro, Martin había asegurado que sabía quien era la siguiente persona con la que podían hablar. Dicha persona resultaba ser el DJ que había pinchado aquella noche en la discoteca, y que volvía a pinchar en una discoteca de la zona esa misma noche. El menor aseguraba que Juanjo se había acercado al chico para pedirle una canción, o eso suponía.
Por eso, los dos chicos habían quedado en ir a la fiesta a averiguar si el chico con el nombre artístico Paul Thin era el alma gemela del maño.
Era por eso que el mayor se encontraba con ese quebradero de cabeza. Sabiendo cuál era su objetivo, podría ponerse cualquier sudadera que encontrase en su armario y tirar para la discoteca, pero por alguna razón el Juanjo de hace una hora había decidido que era mejor arreglarse. Ahora no sabía si arrancarse la camisa de cuajo o dejársela puesta.
En principio no debería ser tan complicado, pero después del buen rato que había pasado con el menor el otro día, no quería quedar en ridículo delante de él. O, por lo menos, no tanto como ya lo había hecho metiéndose en aquel lío. Lo mismo el vasco le parecía inoportuno que se presentase así.
Una voz en la puerta le sacó de sus pensamientos. "¿Se puede saber qué estás haciendo?"
Abrió los ojos, ligeramente sobresaltado, y se giró hacia la dueña de aquella voz.
"Estoy replanteándome mi existencia." Bufó.
Al escucharle decir eso, Almudena entró en la habitación, acercándose a él con una sonrisa.
"¿Es por lo de outfit?" Preguntó, recibiendo un asentimiento por respuesta. "Pero si estás guapísimo."
"Pero esto no se trata de si estoy guapo o no, se trata de que lo mismo se piensa que es demasiado." Siguió quejándose, gesticulando mucho en el proceso.
La rubia rodó los ojos y se plantó frente a él. Siguió hablando mientras agarraba una de las mangas de la camisa, enrollándola hasta dejarla a la altura de los antebrazos.
"Vais a una fiesta, no hay nada de raro en arreglarse." Pasó a la siguiente manga. "Además, no sé de que te preocupas tanto... ¿Tanto de importa la opinión de Martin?"
No.
Bueno, un poco.
Lo suficiente para preocuparme de mi outfit.
Pero antes de que le diese tiempo a expresar cualquiera de sus pensamientos, la granadina le giró sobre su propio eje, poniéndolo de cara al espejo otra vez.
"¿Ves? Perfecto."
No pudo evitar pensar que la chica tenía un poco de razón. No era por egocéntrico, simplemente él también se veía guapo. Tal vez fue por eso que decidió dejarlo ir y finalmente quedarse con la camisa puesta. Se convenció de que no sería para tanto.
Y no lo fue, porque tras bajarse del taxi y ver el outfit que llevaba el menor, se dio cuenta de que —en efecto— había estado exagerando. Al parecer el vasco también había pensado que arreglarse era buena idea, porque cuando Juanjo vio su outfit, estuvo a punto de caer redondo al suelo.
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En busca de tus colores
Hayran KurguEn un mundo en el que todo es blanco y negro hasta que tocas a tu alma gemela, Juanjo se despierta viendo todo a color. ¿El problema? No recuerda quien le tiñó el mundo de colores.